Cuando llegué a Ecuador hace un par de años desconocía que este país, ubicado en la Mitad del Mundo, tuviera tantas playas, así que me sentí como en casa, porque mi familia y yo vivimos en Maceió, uno de los destinos turísticos del nordeste de Brasil que atrae a los visitantes, sobre todo, por la belleza de sus costas, las cuales están bañadas por el agua del océano Atlántico.

Aunque pude conocer los paisajes más andinos, aprecié mucho la belleza costera de Ecuador. Tuve mucho tiempo para saborear las buenas comidas locales, y disfrutar del sol en Canoa, una de sus maravillosas playas, en la provincia de Manabí. Acompañada de algunos amigos ecuatorianos, pude practicar algunos deportes acuáticos, porque el mar de esta playa brinda condiciones ideales para la práctica del surf, uno de mis deportes favoritos.

Cuando llegué a este sitio, muchas personas de la zona me comentaron que en Canoa se han realizado muchos campeonatos nacionales. En la temporada de verano, el clima es muy caliente, así que casi ni percibí el cambio. Disfruté mucho de la comida costeña, en especial, de los llamados patacones que nunca antes había probado y de un encebollado que, según me contaron, puede revivir a los muertos. En mi natal Brasil se rieron mucho con esta broma. Los ecuatorianos son muy amables aunque se encuentren ocupados en otras actividades.

Después de visitar la Costa del Ecuador, conocí la Mitad del Mundo, un lugar donde pude conocer el museo. Antes de visitar este sitio que pocos tienen la posibilidad de recorrer, ingresé a Internet para buscar más información. Mis amigos me ayudaron con el español, porque yo todavía no lo domino. Yo hablo ‘portuñol’ como dicen muchos. En la Sierra, también visité la Plaza de los Ponchos, en Otavalo, un sitio espectacular, porque allí trabajan los artesanos y sus productos son de calidad. Ecuador es un país que sorprende. Me comprometí a regresar y cuando lo haga visitaré la Amazonía.  

Camila Fernández, 26 años, brasileña