Una feria puso a prueba la creatividad de 50 artesanos
Olga Guzñay llegó desde Cuenca a la capital cargando una maleta llena de paja toquilla e ilusiones. Así arribó a la primera Feria Artesanal invitada por el Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro) y lo hizo para promocionar y comercializar los sombreros de este tradicional material en una feria que la cartera de Estado organizó por las celebraciones del aniversario 478 de las fiestas de Fundación de Quito.
La artesana vino con una meta: que estos artículos dejen de ser conocidos como “Panamá Hats” y que se los llame ahora “Ecuador Hats”, por ello se mostró muy satisfecha con la decisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de declararlos Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
“Así el mundo los va a reconocer como lo que realmente son, los sombreros nacionales por excelencia”, aseveró Guzñay.
Por ello no llegó a Quito con los sombreros listos, sino que los confeccionó durante la feria, que se ubicó en la Av. Eloy Alfaro y San Salvador. “Ni la cara tengo de panameña, quiero que se vea que esto hacen manos ecuatorianas”, dijo.
Y tuvo éxito, lo cual se confirmó cuando Giovanni Mezzaroma, turista italiano atraído también por las fiestas de Quito, adquirió uno de los sombreros por un valor de 18 dólares. “En realidad pensé que venían de Panamá, me sorprendió saber que son ecuatorianos”, afirmó.
Al igual que Guzñay, 150 artesanos poblaron los 30 estands de la feria que concluye hoy en la explanada del Ministerio de Agricultura (Magap), ubicada en la intersección de las avenidas Amazonas y Eloy Alfaro.
Ellos aprovecharon la feria de comidas típicas que año a año se instala en el mismo espacio para que los comensales se acerquen a conocer un poco más de la artesanía ecuatoriana, y cumplieron con su meta de vender todas las artesanías.
De eso se benefició Ana Carranza, quien llegó al evento con más de un centenar de esculturas hechas en madera, balsa, tagua y cabuya. Sus artesanías fueron elaboradas por las personas privadas de la libertad de los centros penitenciarios 1, 2 y 3 de Quito y de la cárcel de Ambato.
Los productos llegaron gracias a un convenio que firmó el Mipro con el Ministerio de Justicia, que permite que las artesanías que los reos elaboran en los programas de rehabilitación social lleguen a todas las ferias artesanales que organice la cartera de Industrias.
Carranza logró vender más de 50 artículos antes de que termine la muestra; sin embargo, señaló que el remanente más la totalidad de obras que salgan de los centros de reclusión de la capital se comercializan en el local que ella administra, ubicado en el sector de La Marín, en las calles Pichincha y Don Bosco.
El trabajo artístico de Walter Bueno llama la atención, pues el cuencano elabora obras pictóricas sobre plumas de pavo y hojas de cacao.
“El chocolate es famoso, por qué no podrían serlo también sus hojas, además ahora que estamos cerca de Navidad, por qué no darles vida a las plumas de los pavos”, se preguntó en un inicio el artesano, lo que le llevó a pintar sobre estos lienzos.
Pero, lo que realmente sorprende a los visitantes de la feria es que realiza su obra sin usar pinceles ni paletas, sino con las yemas de sus dedos. Tanto Guzñay como Carranza y Bueno están decididos a regresar a Quito el próximo año, pues sus ventas y la promoción de sus productos tuvieron un importante repunte, según indicaron.