Tradiciones familiares se cuecen en feria
“Venga, venga mi bonito”, dice en tono amable, pero es inevitable que varios comensales se sonrojen por la forma picaresca de llamarlos, mientras les obsequia una porción de un regordete buñuelo bañado en miel.
El aire, plagado de aroma dulce, condensa los olores de las golosinas tradicionales del Quito antiguo, eternizadas por la gastronomía.
Pristiños, helados de paila, espumilla, humitas, quesadillas, empanadas de viento, chocolates, colaciones, tamales de gallina, colada morada, come y bebe, higos con queso, entre otras confituras, son parte del menú que ofrece la Feria de Dulces Tradicionales que se realiza hasta hoy en el Museo de la Ciudad (calles García Moreno y Rocafuerte), en el Centro Histórico.
La feria reúne a más de 20 artesanos gastronómicos que pertenecen a la Asociación Dulce Tradición. Dos productos emblemáticos de Quito son elaborados por la cuarta generación de dos familias.
Manuela Cobo es la propietaria de Las Quesadillas de San Juan, una tradición que nació en 1935 de manos de su abuelo en el barrio La Ronda. De ahí el negocio se trasladó al emblemático sector de San Juan, donde nació ella. “Mi mami dice que un poco más y nazco en la mesa de las quesadillas”, contó sonriente.
Y es que tras las quesadillas se esconden varias historias, pues se dice que, en el Quito antiguo, si la aspirante a nuera era invitada a cocinar quesadillas en la cocina de la futura suegra y le quedaba bien el platillo, podía ser aceptada en la familia. Ahora Manuela también elabora chimborazos, moncaibas, suspiros, melvas, bizcochos y aplanchados, conservados en un recipiente plástico con el sello de la microempresa.
En la feria también está Marco Jiménez (67 años), quien ha dedicado más de la mitad de su vida a la elaboración de dulces, siendo su especialidad las mistelas (delicadas esferas rellenas de whisky o anisado). De origen colombiano y con más de doce años viviendo en el Ecuador, Jiménez se tarda tres días en la elaboración del manjar y para la feria preparó más de mil cajas junto a su hijo Alexis, perpetuando la costumbre familiar.
Grupos de amigos y familiares llegan para saborear las delicias. Mariana Carrasco llegó con un nutrido grupo de niños entusiasmados frente a las múltiples golosinas.
A la feria se espera que lleguen más de 10 mil visitantes, quienes también pueden visitar el Museo de la Ciudad que celosamente guarda la historia de la capital.