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San Agustín disfruta su renovación

San Agustín disfruta su renovación
29 de julio de 2013 - 00:00

A simple vista parece perfecto todo el techo del pasillo oriental del claustro principal del convento de San Agustín, en el Centro Histórico de Quito. Sin embargo, el artesonado manierista que cubre el cielo raso fue sometido a un proceso de conservación que duró 8 meses, por parte del Instituto Metropolitano de Patrimonio, para detener el ataque de los xilófagos (insectos que roen madera), dentro de cuya especie el más devastador es el escarabajo llamado “relojero de la muerte”.

Por eso fue necesario levantar el entablado, cambiar algunas vigas, colocar un refuerzo estructural y una impermeabilización del sistema de pisos con una membrana asfáltica.

La semana pasada se entregó la obra que, además, incluyó el mantenimiento de la marquetería, donde también constan los minúsculos orificios que son las huellas dejadas por el ataque de los xilófagos.

En el artesonado conservado, que es una técnica que se refiere a los techos con decoración de madera y sirve para resolver problemas estructurales en construcciones, se hizo una corrección de deformidades, se reintegraron elementos decorativos y se colocaron injertos de  soporte, tallado y escultura.

En la marquetería fue necesario implantar partes que faltaban en las esculturas. Foto: Santiago Aguirre / El Telégrafo

Según datos históricos recogidos por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), las piezas de este material que existen en el convento de los agustinos datan de los siglos XVIII y XX, y fueron recuperadas  medio siglo atrás.

El templo,  edificado en 1580, ha tenido dos intervenciones constructivas del artesonado, ligado a los eventos sísmicos desarrollados entre 1859 y  2011, a  raíz de los terremotos de Puéllaro e Ibarra.

El templo y los claustros occidental y norte fueron reconstruidos, pues colapsaron la iglesia y el corredor oeste que provocó la destrucción del artesonado de madera de los dos sectores.

De acuerdo a la reseña que hace José Gabriel Navarro en su libro “Contribuciones a la historia del arte en el Ecuador”,  el padre Iglesias, al hacer la reconstrucción del claustro norte, quitó por completo los restos del artesonado por encontrarse en mal estado y no dejó ningún fragmento en ese sector.

A través de la información histórica con la que cuenta el IMP, en 1959 se efectuaron arreglos en el mobiliario de la Sala Capitular y se presume una restauración del artesonado del ala oriental. Además, se cambiaron vigas y se colocaron otras acompañantes (refuerzos).

En el trabajo de preservación que se realizó en los últimos meses, los restauradores limpiaron y fumigaron las piezas para frenar el deterioro progresivo, pero  eso no es suficiente, por lo que se ha iniciado un estudio del ciclo de vida del “relojero de la muerte”, a fin de establecer nuevos métodos de conservación.

“Con el proceso de conservación se logra preservar el patrimonio cultural, pero nuestro interés es conocer cuáles son los tiempos en los que se desarrolla la plaga y buscar nuevos métodos para combatirla”, dijo Karina Noboa, restauradora.

El convento de San Agustín es de importancia histórica para el país. En su interior está la Sala Capitular, en donde se efectuó, en 1809, la firma del Acta de Independencia.

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