Restauración de imágenes vive su boom anual
Luz Rodas (75 años) vive en La Tola, en el centro - oriente de la urbe. Anteayer, a minutos de que el reloj de San Francisco marcara las 10:30, llegó a la plaza del mismo nombre en el Centro Histórico sujetando una cartera. En su interior llevaba lo que denomina su “prenda querida”, una escultura del Niño Jesús que heredó de su madre.
Una mano rota y la cabeza quebrada en 3 partes fueron el resultado de la travesura de una de sus pequeñas nietas. “Esta es la tercera vez que voy al taller para que curen a mi Niñito”, comentó.
Al caminar por las calles Bolívar y Rocafuerte, en el casco colonial, llaman la atención los talleres de restauración de figuras y de confección de ropa para imágenes.
En la mesa del taller de Edwin Muñoz (55 años), no resulta extraño hallar vírgenes, santos, reyes magos y representaciones de Niños Jesús.
El lunes, el artesano sostenía con una mano un Cristo recién nacido de unos 70 centímetros, y con la otra colocaba sobre toda la imagen masilla de yeso. Muñoz ejerce el oficio de restaurador desde la década de 1970 aproximadamente.
Según el hombre, su labor es una tradición familiar y aprendió el trabajo con uno de sus tíos; aunque solo hace 6 años instaló su propio taller.
Una anécdota que no olvida es cuando a su taller llegó una imagen de Jesús que, según su dueña, se había lanzado al vacío. El niñito estaba enojado, aseguraba la mujer porque no le habían pasado misa y decía que incluso había llorado sangre. “Cuando la imagen llegó, pude comprobar que el líquido de los ojos sí era sangre”, sostuvo.
Cerca de allí, la familia Zurita se dedica a la reparación de imágenes de gran tamaño. En el último mes, han restaurado 3 que pertenecen a un convento del Centro Histórico.
Desde hace 24 años, Gladys Zurita y sus parientes refaccionan manos, cabezas y cuerpos de figuras. Uno de sus hermanos indicó que desde que tenía 6 años ayuda a su hermana, y que en la actualidad ama su oficio, aunque el trabajo requiere de mucha paciencia además de talento.
Un caso similar es el de la familia Aguirre, cuyos integrantes se especializan en la elaboración de esculturas religiosas desde hace una década. “Mis padres tenían un taller de refacción de imágenes en Cuenca, y yo quiero preservar esa tradición que aprendí desde niña”, señaló Lourdes, esposa de Máximo, el propietario del negocio.
Uno de los trabajos que más recuerda es la elaboración de la figura de El Penitente, que se encuentra en la iglesia de El Tejar.
En noviembre y diciembre, el negocio de arreglo de figuras aumenta aproximadamente 50% y la venta, 65%, coincidieron los dueños de los talleres de ese sector.
Este tipo de artesanos son requeridos también por quienes tienen problemas como manchas y cicatrices en la piel.
Todos los consultados reconocieron tener un ingrediente secreto que, unido a otros elementos, forma una masilla especial que elimina este tipo de imperfecciones.
“Es mejor que aplicarse Cicatricure”, aseguró Muñoz, quien dijo que los estratos populares son quienes más usan este método curativo.