Plan busca reducir la sobrepoblación de perros en Quito
Luna es una perrita mestiza que deambulaba por la urbanización Juan Montalvo, ubicada en el sector de San Pedro del Valle, en la parroquia de Nayón (noroccidente de Quito).
En ese sector hay casi 200 lotes, de los cuales un tercio está ocupado. En promedio, cada uno está habitado por dos o tres familias. En el sector era muy común observar el paso de jaurías, pero con el tiempo la población de los caninos aumentó.
Fue así que los moradores se organizaron para elaborar un censo local de los cánidos. En un chat grupal se enviaron fotos de los perros para que cada vecino identificara a su mascota. Poco a poco, los moradores determinaron cuáles tenían dueño y cuáles eran callejeros e iniciaron una jornada de adopción.
Al final, el único can que quedó sin dueño fue Luna. Para no dejarla al abandono, los moradores del sector se organizaron. La bañaron, la vacunaron, la esterilizaron y fue ubicada en la garita de guardianía. Cada habitante aporta con comida. Fue así que Luna se convirtió en la "perrita del barrio".
Esta es una iniciativa que compartió Fátima Viteri, habitante de esa zona. Ella es coordinadora de Comunicación Ambiental de la Universidad San Francisco e investigadora en el área de Comunicación Ambiental.
El pasado martes 19 de febrero, Fátima asistió a la presentación del "Plan de Acción para el Manejo de Animales de Compañía en Quito" que se desarrolló en el campus universitario, en Cumbayá.
El abandono de los perros y gatos no solo causa trauma psicológico y físico en los animales, sino también genera un problema ético, social, ambiental y de salud ya que los animales abandonados son potenciales vectores de enfermedades, explicó Esthela De la Torre, decana del Colegio de Ciencias Biológicas Ambientales y coordinadora del Proyecto Iniciativas Ciudadanas para controlar el abandono de animales de compañía en Quito.
En la presentación del Plan, la experta añadió que este complejo problema se inicia con la irresponsabilidad de las personas que abandonan a los animales de compañía.
De ahí la importancia de educar a los dueños para asuman una responsabilidad de cuidado. También hay que crear políticas públicas para erradicar el problema.
El plan está diseñado para cinco años. La idea es tener una evaluación en la mitad del plazo establecido y una vez que se evalúe, seguir con un plan renovación, detalló De la Torre.
El trabajo se desarrolla en coordinación con las entidades responsables de Municipio. Karina Pisco, coordinadora de Urbanimal, reiteró que este Plan no solo debe ser abordado por el Cabildo, sino también por otros actores que están involucrados, entre ellos los gremios veterinarios, la academia, las organizaciones de la sociedad civil y las diferentes entidades municipales.
Una de las primeras labores que se cumplió antes de ejecutar el plan fue la elaboración del Primer Censo Ciudadano de Perros abandonados en Quito, el cual reveló que en la ciudad hay un perro abandonado por cada 22 habitantes.
Es decir que en la actualidad hay tres veces más caninos que los que se estimó en un censo similar (no formal) efectuado en 2013.
A decir de Pisco, una de las acciones que se lideró desde el Municipio fue la esterilización de perros y gatos. En 2018 se realizaron 17.730 intervenciones gratuitas y 23 mil personal recibieron charlas informativas.
La técnica explicó que aunque los resultados suenan alentadores, los estándares internacionales señalan que se debe esterilizar al menos el 10% de la población total de estos animales. La Secretaría de Salud maneja una cifra de 600 mil mascotas. Esto quiere decir que para estabilizar la problemática se debe castrar a 60 mil animales al año durante tres años seguidos. (I)