Quito apunta a recuperarse en el feriado
Quito no había soportado en años recientes una jornada de protestas tan difícil y violenta como la ocurrida en los primeros días de octubre.
La capital sufrió bloqueos, limitaciones de movilidad, desabastecimiento, además de daños en bienes privados, públicos y patrimoniales.
El Instituto Metropolitano de Patrimonio calcula que los daños en el Centro Histórico llegan a los $ 500.000 con cerca de 23.000 metros cuadrados de fachadas con grafitis, 10 calles con rejas y luminarias destruidas, además de 100 metros cuadrados de aceras dañadas.
La Plaza del Teatro, San Blas y La Marín comprenden los sectores más afectados por actos como roturas de postes, luminarias arrancadas del piso, rejillas metálicas robadas y grafitis en muros.
En sectores de San Blas, en el centro norte, piedras que formaban parte de las calles empedradas fueron utilizadas por los manifestantes; piedras que pertenecen a la Plaza de San Francisco fueron sustraídas del campamento base del Metro de Quito, en El Ejido.
Para el arquitecto y urbanista Fernando Carrión, lo ocurrido en la capital no solo se mide en pérdidas económicas sino que, además, puso en evidencia la vulnerabilidad de la ciudad para riesgos provocados por la actividad humana.
Cree que resulta necesario y urgente repensar la ciudad y sus dinámicas para que no se convierta en una suerte de “isla” de la que no se puede salir o entrar, como ocurrió en los días más complejos de la paralización.
Las amenazas como un posible corte del suministro de agua potable o un atentado a las antenas ubicadas en el Pichincha, centro de las comunicaciones de radio y televisión de la ciudad, dan cuenta de lo difícil que es para Quito focalizar las protestas de modo que no paralicen por completo a la urbe y sus habitantes como se ha logrado en ciudades como París o Medellín.
A su criterio, lo ocurrido debe ser aprovechado para una reflexión profunda de la ciudad desde la Academia, las autoridades, la empresa privada y la ciudadanía.
La solidaridad como una forma de apropiación
Los difíciles momentos vividos por los capitalinos despertaron también una de las mejores características de los ecuatorianos: la solidaridad.
No solo con las brigadas de atención durante las manifestaciones, en las que no se hizo una distinción a la hora de curar una herida o entregar alimentos. También ocurrió después, cuando la calma retornó. Este fin de semana por ejemplo, en una minga, los quiteños salieron a limpiar la ciudad.
Bajo este concepto de trabajo mancomunado se desarrolló una serie de iniciativas: estudiantiles privadas, públicas, ciudadanas en las que se unieron todas las manos para limpiar y recuperar a la ciudad y sus espacios.
La población acudió al llamado con baldes, palas, escobas y brochas para trabajar de la mano de sus vecinos en el adecentamiento de la urbe.
El Centro Histórico, un importante eje turístico
El espacio colonial del Centro Histórico permaneció aislado durante las protestas recientes. Y esto representa un problema, no solo para quienes habitan y trabajan aquí, sino en general para el turismo.
Carla Cárdenas, gerente general de Quito Turismo, explicó que durante los 11 días de paro, se registró una pérdida aproximada de $ 26 millones -únicamente para la capital-.
Esto se debió a cosas como la cancelación o cambios de paquetes turísticos, pérdidas en restaurantes, afectación hotelera, entre otras relacionadas al sector.
Precisamente, en este punto es donde se trabaja al momento con el apoyo del Gobierno Central, la empresa privada y el Municipio. Se ha intensificado la promoción de la riqueza histórica de la ciudad, en arquitectura, arte, tradiciones y otros encantos.
Las ofertas y promociones darán impulso, en primera instancia, a los próximos feriados. (I)