La desigualdad entre géneros es una constante. el tema llega, a veces, a acoso y violencia
Quito aún tiene temas pendientes para ser una urbe inclusiva
Es fin de semana y amanece en Quito. Aunque la mayoría de trabajadores de la empresa pública y privada descansa, las vías lucen copadas de vehículos, y las aceras están llenas de personas que se desplazan por el Centro Histórico y los sectores comerciales de la urbe.
Al tomar un Trolebús todos los asientos están ocupados. En la parada Santo Domingo se sube Clara Tello, de 68 años, quien está acompañada de sus 2 nietos: Andrés Cando (12 años) y su hermana Liliana (5).
La mujer, que confiesa que se tintura las canas, sube al articulado con dificultad porque las rampas que llegan a las puertas de acceso dejan un espacio vacío.
Tello extiende su pierna derecha, se ayuda de la mano de su nieto y sube. Camina hasta la mitad del automotor. Mientras lo hace, nadie se percata de su recorrido; el movimiento del vehículo hace que se balancee, pero ninguna persona le ofrece un asiento.
Esto a pesar de que sobre una ventana del bus hay un letrero que indica que los asientos son de preferencia para mujeres en gestación, con niños en brazos, adultos mayores o personas con alguna discapacidad física.
De la misma forma, su nieta Liliana permanece de pie. Sus cerca de 90 centímetros de estatura la vuelven casi invisible para quienes suben y bajan del articulado.
Al contrario de Liliana, Cristina Torres no pasa desapercibida. La mujer de cabello largo y ojos rasgados labora como cajera en un supermercado de la capital. A diario se moviliza en ‘trole’ para dirigirse a su trabajo.
Mientras busca un lugar en el bus comenta que el acoso a las mujeres, en los espacios públicos es común. “Nunca te escapas de un silbido, una insinuación o una mirada incómoda. Al menos no te tocan”, dice la mujer, de 28 años.
Tello indica que mientras más autos y personas hay en la ciudad, más es la indiferencia. “Antes Quito terminaba en la Y, en el norte; ahora se extiende hasta Carapungo, Marianas... Además, en el barrio todos nos conocíamos y nos ayudábamos, ahora todos somos extraños”.
La percepción de Tello se justifica con los datos proporcionados por Enrique García, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Durante la última conferencia Hábitat III, el funcionario informó que Latinoamérica es una de las regiones más urbanizadas del mundo.
En la actualidad, el 80% de la población se asienta en las ciudades. En 1955 el porcentaje de habitantes urbanos fue 45%. “La región ha experimentado un crecimiento muy desordenado y hacinamiento en varias zonas”.
Aunque García no conoció las dificultades de movilización de Torres y Tello, detalló que una urbe de calidad debería ser eficiente en lo económico y lo inclusivo. Además de permitir la participación de la mayor parte de sociedad tiene que ser sostenible ambientalmente y equitativa para mejorar la distribución de la riqueza.
En su intervención en un evento paralelo a Hábitat III, García adelantó que el proyecto que está desarrollando la CAF sobre ‘Ciudades con Futuro’ se enfoca en el desarrollo urbano y no debe ser sectorial sino territorial. “El territorio debe verse en su conjunto” y sus actores deben ser partícipes.
En ese sentido, destacó que los gobiernos centrales, alcaldías, organizaciones privadas y civiles deben tener una visión y coordinación conjunta.
Señaló que hay países donde se ven políticas diferentes, lo cual perjudica a las personas. “El objetivo es buscar ciudades que sean incluyentes y que mejoren la calidad de vida de sus habitantes”.
Después de 20 minutos de recorrido, Tello y sus nietos llegan a su destino: el parque El Ejido. Se bajan y caminan hacia el espacio verde.
Ciclistas urbanos
En El Ejido se alquilan bicicletas para realizar recorridos cortos (los usuarios no pueden pedalear fuera del parque). Gisela Oña rentó una ‘bici’. A la joven universitaria le gustaría movilizarse en 2 ruedas por la urbe, pero “no existen las seguridades para hacerlo”, cuenta.
Recuerda que días atrás escuchó en los medios de comunicación que un ciclista fue arrollado por un vehículo. Oña agrega que al temor de sufrir un accidente de tránsito se suma la falta de infraestructura vial y la falta de una cultura de movilidad. “Los conductores de autos se creen dueños de las vías, para ellos solo existen ellos mismos”.
Ella, al igual que Tello, sus nietos y Torres, considera que Quito no es una ciudad inclusiva. Este pensamiento también es compartido por Alonso Hurtado, quien se moviliza en una silla de ruedas desde hace 7 años. En muchas de las calles y espacios públicos no hay rampas que le permitan desplazarse con seguridad. Lo mismo sucede con las personas no videntes.
El Municipio de la capital -como parte del proyecto ‘Quito, ciudad Inclusiva’- impulsa la creación de ‘Puntos inclusivos’. En el primer semestre de este año se inauguraron 2: en el bulevar de la av. 24 de Mayo y en el parque Cumandá.
En esos espacios se informa a la ciudadanía sobre sus derechos y qué hacer en caso de sufrir experiencias de exclusión, violencia o discriminación. También figuran como lugares de encuentro, socialización y reflexión cultural y colectiva. (I)
Datos
- Las ciudades son las principales incubadoras de oportunidades y conexiones. Esto ayuda a desarrollar lazos sociales, acceso a servicios, empoderamiento.Según la ONU, una ciudad es inclusiva cuando sus habitantes disfrutan libremente de todos sus espacios políticos y sociales, ejerciendo de igual manera el derecho a una vivienda adecuada y sus servicios.
- Sin embargo, las metrópolis también son el principal escenario en el que se evidencian las condiciones más exacerbadas de desigualdad. Asentamientos precarios, periferias excluidas social y económicamente
- Lorena Zárate, presidenta de la Coalición Internacional del Hábitat III (HIC) considera que inclusión no significa excluir o tratar diferente a las personas que forman parte de una urbe. Ella considera que se debe plantear una inclusión integral. (I)