Alfonso Ortiz Crespo, arquitecto e historiador quiteño
Ortiz: “El 6 de diciembre la ciudad empezó a vivir”
Para el historiador Alfonso Ortiz Crespo, el 6 de diciembre de 1534, Quito empezó a vivir. Desde su oficina en el cuarto piso del edificio El Comercio, ubicado en las calles Chile y Benalcázar, en pleno Centro Histórico, el también arquitecto, habla sobre la fundación de la capital que se produjo en esa fecha y la fiesta que nació en torno a ella, la cual genera diversas opiniones.
¿Las fiestas de Quito son un festejo indígena, mestizo, hispano?
No, es nada de eso y todo eso. Son una construcción social, pero cuando se institucionalizan responden a los intereses políticos y culturales de la institución que invita a la fiesta. Mientras la fiesta es una cosa orgánica, nacida de la propia comunidad, tiene un sentido, pero cuando se institucionaliza el sentido cambia. Antes espontáneamente la ciudad festejaba sin necesidad de que el Municipio creara una ordenanza o un comité de fiestas. Todo esto surge de la necesidad de organizar los eventos, de que el Municipio participe y apoye a las organizaciones barriales, sociales. Lo que deberíamos analizar es qué se celebra el 6 de diciembre y es que la ciudad empezó a vivir.
¿Desde cuándo hay registros de la celebración?
La celebración popular en las calles se hacía desde mediados de 1960, cuando había tranquilidad, la gente del barrio salía, sabía con quién estaba. Es decir, mientras la ciudad era chica todos se conocían.
¿Cómo era el festejo anteriormente?
Era un festejo entre vecinos, entre conocidos, en la cuadra, con el tendero, el dueño de casa, los inquilinos. En cada barrio se armaba un sitio de fiesta. Después comenzó a hacerse en la av. Amazonas y en la av. Rodrigo de Chávez. Gran parte de estas actividades se fomentaron gracias a los comerciantes. En estas primeras fiestas había una bebida que era el paico, un anisado local. Antes se apoyaban las corridas de toros, nadie discutía. Solo 4 mil personas iban a la plaza porque esa era la capacidad; sin embargo, se creaba un ambiente de festejo en la ciudad entera.
¿Cuándo se instituyen las fiestas como las conocemos hoy?
Nacieron espontáneamente ante la invitación de periodistas que querían festejar a Quito. Luego el Municipio dijo tenemos que dar orden a esto y terminó apropiándose de la festividad, aunque había nacido de una cosa natural de la propia gente impulsada también por los comerciantes. Luego, hace unos 10 o 20 años, apareció el eslogan vivamos las fiestas en paz porque la celebración se había transformado en algo peligroso.
¿Había algún tipo de idea de “quiteño” que se enlazara con los festejos al inicio de la década de 1960?
Quito era una ciudad grande, que al ser capital acogía a gente de todos los orígenes raciales, sociales y de todos los rincones de la geografía ecuatoriana e internacional. Se pueden ver las estadísticas de cuántos de los pobladores de la capital nacieron en Quito. Tanto es así que a comienzos del siglo XX, es decir, cuando tenía 60 mil habitantes, se hablaba de una colonia de quiteños residentes en Quito, porque la mitad de la gente que vive ahora en Quito no ha nacido en Quito.
Aquel que habitaba en Quito tenía que amar la ciudad donde vivía para poder estar tranquilo.
¿Tienen razón de ser las críticas al considerar que el festejo plantea tradiciones equivocadas y plantea el intento de blanquear la ciudad?
No creo, no tiene sentido eso. Ahí hay una ideologización de las cosas. El Quito de ahora no es el de hace 485 años. La sociedad actual es básicamente mestiza. Cuando en el último censo se preguntaba a los ciudadanos cuál era su autodefinición étnica, la gran mayoría dijo que era mestiza. Entonces que no me vengan a decir ahora, los sociólogos, los antropólogos y los izquierdistas trasnochados que la fiesta de Quito es una cosa para blanquear la ciudad. ¿Por qué celebrar el 6 de diciembre? Porque ese día nació la ciudad. No el Quito milenario del que hablan algunos sin saber y que creen que Quito era una ciudad que rivalizaba con el Cusco cuando eso es falso. Las evidencias demuestran que la gran capital del norte del Tahuantinsuyo era Tomebamba.
¿Cómo se incorporó la feria taurina al festejo?
En Quito se toreaba en la época colonial todas las semanas, pero no había una feria. La fiesta se enraizó en Quito muy temprano y luego se convirtió en fiesta mestiza. En la época colonial se toreaba en la Plaza Grande y en la de San Francisco. La reglamentación que conocemos nació en España a inicios del siglo XIX. En el siglo XX por iniciativa privada se construyen las plazas Arenas y Belmonte, pero no siempre había el número necesario de toreros locales, sino que se debían traer españoles. Se esperaba que termine la temporada taurina en España y los toreros aprovechaban las corridas que se armaban en América. Ahí se decide hacer una feria, y los ganaderos promueven la construcción de la plaza en Iñaquito como la de Acho que había en Lima.
¿Por qué adoptó el nombre Jesús del Gran Poder?
Porque uno de los promotores era un fraile franciscano español que era taurino y el trofeo que se le daba al mejor torero era una imagen de Jesús del Gran Poder.
¿Elementos como la elección de la reina, coches de madera, el juego del 40 son parte de la identidad del quiteño?
El 40 se jugaba desde la época colonial con barajas españolas, por eso con las inglesas uno tiene que quitar las malillas. No por jugar 40 estamos blanqueando el festejo. Me parece que es hilar muy fino. La elección de reina es una cosa reciente. Son cosas eventuales en las que comienza a valorarse la belleza física de la mujer. Creo que surge cuando el cine convierte en figuras universales a ciertas mujeres como Ava Gardner. A veces tenemos una visión muy corta, creemos que las cosas se han hecho siempre de una manera y no es así. (I)