Denuncian maltrato en autobuses
“No se detienen por el descuento en la tarifa”
Carina Zabala (22 años) califica como una “aventura diaria” llegar en bus a la Universidad Central, en donde estudia Sicología. Vive en Solanda (en el sur de Quito) y hace 4 años sufrió un accidente de tránsito que la llevó a movilizarse en una silla de ruedas. Regresa a su casa con ayuda de sus compañeros de aula, pero, confiesa, cuando los transportistas miran su silla de ruedas jamás se detienen. “Mis compañeros me esconden detrás de ellos y cuando el vehículo se detiene subimos todos”.
Según Zavala, los buses en Quito no son inclusivos y jamás podría transportarse sola por la dificultad que tendría para subir las gradas. Cuenta que una vez lo hizo y vivió la peor experiencia de su vida, porque el controlador, ni el chofer, nunca la ayudó. “Tuve que arrastrarme por el pasillo y las personas de atrás me subieron la silla de ruedas”. Considera que si bien la tarifa diferenciada de $ 0,10 para personas con discapacidad es un beneficio, “los choferes no nos llevarán. Nos miran como un estorbo”.
Héctor Moscoso (58 años) comparte el criterio. Tiene un injerto en el pie derecho y usa un bastón. A diario se transporta en bus y cuenta que los choferes, “nunca paran bien para que el transeúnte pueda bajarse”. Movilizarse en autobús para el ciudadano es complicado, “porque a veces vienen llenos, me toca ir parado y aplastado por la gente que tampoco le importa nuestro estado”.
Xavier Torres, vicepresidente del Conadis, piensa que tras una posible subvención del pasaje en Quito es necesario otro tipo de adecuaciones y adaptaciones que deben hacer los alcaldes y las empresas en el transporte público. Afirma que la dificultad más grande es el respeto al ciudadano con discapacidad porque “cuando ven su estado no se detienen por el descuento en la tarifa”.
Considera que si bien la iniciativa es buena, en el país no se cuenta con un transporte adaptado con elevadores para una plena movilidad de las personas con discapacidad física. “Un ahorro de $ 0,02 es importante, siempre y cuando se tenga una atención efectiva y afectiva por parte de los transportistas y la ciudadanía, que vaya acompañado de nuevos autos, adecuaciones en las instalaciones, no poner torniquetes en las unidades son parte primordial para lograr la efectiva participación”. También cree que se debe mejorar la comunicación en los buses, por ejemplo, instalando altoparlantes para que puedan escuchar las paradas las personas con discapacidad visual.
Joselyn Tigasi (22 años) padece de paraplejía. Al igual que el resto de jóvenes se transporta en bus, pero no puede hacerlo sola. Viaja acompañada de su madre o sus hermanas. Siempre paga $ 0,37 ($ 0,25 de su acompañante y $ 0,12 de ella).
Para la joven, la disminución de $ 0,02 no es un gran ahorro y considera que más bien se debería educar a la ciudadanía para que respete a este grupo social.