Monumentos se restauran con técnicas europeas
El paisaje habitual de la Plaza de la Independencia, más conocida como plaza Grande por los habitantes de la capital ecuatoriana, se ha modificado en los últimos días.
En esta se ven, por lo general, ancianos que desgranan historias sentados en las bancas del lugar; gente que descansa de alguna diligencia realizada en una dependencia pública o entidad privada; turistas que atienden la explicación de algún guía o se fotografían en el Palacio de Gobierno, la Catedral Metropolitana o la columna en homenaje a los héroes del 10 de Agosto de 1809 de fondo.
A esa cotidianidad se ha sumado un equipo, de cuatro personas, que se encarga de restaurar dicho monumento embutido en overoles plásticos de color claro y provisto de gafas y guantes.
Las personas trabajan, por ahora, en la base de la escultura cubierta tras una tela verde transparente sostenida por maderas. Según las previsiones, el proceso tardaría dos semanas más.
El grupo actúa bajo la dirección de Javier Llerena, un ecuatoriano al que traicionan su aspecto y el acento que le han dejado 20 años de vivir en Francia. Nos recibe en su “oficina”, una minivan estacionada a los pies mismos de la escultura.
Llerena, quien estudió restauración en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) de Quito, obtuvo una maestría en Europa.
Él y sus muchachos (una extranjera y dos ecuatorianos) han realizado, también, la rehabilitación del monumento del mariscal Antonio José de Sucre, en la plaza Santo Domingo; la cruz de piedra ubicada en el mismo espacio, la figura ecuestre del Libertador Simón Bolívar, del parque La Alameda, y la estatua del fundador español de la ciudad, Sebastián de Benalcázar.
El “líder de la banda” relata que en el trabajo utiliza técnicas tomadas de la escuela francesa de restauración. Las prefiere porque son menos agresivas frente a otros métodos y considera que respetan más los objetos.
Del mismo modo, los químicos que se emplean son importados del país europeo, pues sus efectos en la piedra y los metales corresponden a la técnica que se usa.
Así, para limpiar el metal el equipo utiliza un polvo derivado de la semilla del durazno molida, que resulta efectivo, por un lado, y suave, por el otro, pues elimina la suciedad de la superficie sin alterar el óxido que constituye la protección natural del material.
En el caso de la piedra se usa tri-citrato de amonio, Para reponer los espacios descascarados de las leyendas existentes en el monumento se planifica utilizar pan de oro.
Estos productos, según el restaurador, tienen la ventaja adicional de que son biodegradables, por lo que no contaminan ni afectan el medio ambiente.
Al final del trabajo de restauración, el monumento será recubierto con una especie de pintura antigrafitis. Se trata de una laca de composición especial que hace más fácil limpiar las estructuras en caso de que sean agredidas con pintadas y leyendas.