“Luz de América” ilumina la calle Flores con coloridos cirios
Pequeña y escondida, junto a las letras grandes negras de metal, está la sencilla tienda de coloridos cirios, crespas y veladoras denominada “Cerería Luz de América”.
Cuatro generaciones, que comprenden casi 120 años, tiene de funcionamiento el local comercial, que es uno de los puntos comerciales más antiguos del Centro Histórico. Alicia Mosquera, su actual propietaria, junto a su esposo, Eduardo Muñoz Unda, son los encargados, desde hace 40 años, de la elaboración de las floreadas velas.
“Los abuelitos de mis suegros empezaron a elaborar velas en 1893. Es una linda tradición que nosotros decidimos mantener”, cuenta la mujer de 65 años.
“Luz de América” empezó a comercializar sus velas en los bajos de la iglesia La Catedral, a un costado de la Plaza de la Independencia. De ahí mudó a su actual local, cerca de la Plaza de Santo Domingo, entre las calles Flores y Pereira.
Zoila Unda de Muñoz, suegra de la actual propietaria, fue testigo de esta tradición, pues elaboraba las velas -todas las tardes- junto a su papá cuando aún era una niña. “Según mi suegra, en 1893, la fabricación de velas nació como una necesidad porque en esos tiempos no había luz eléctrica y para trasladarse de un lugar a otro las personas usaban solo velas de cebo”, dice Mosquera.
Sin embargo, la creatividad de sus iniciadores, especialmente de Zoila Unda, floreció y consiguió dar formas tornasoladas en la cera, usando cáscara de papa como molde y diseñando con flores, hojas y frutas, que las pega en los contornos de la vela. “Ahora -cuenta Mosquera- lo hacemos en moldes de madera que facilitan el trabajo”. El taller está en la calle Bahía de Caráquez, ya que aquí tenemos prohibido tener materiales inflamables por ser casas patrimoniales”, cuenta.
En las paredes blanquecinas de la tienda cuelgan cientos de velas de distintos colores y tamaños. Algunas, de tamaño tradicional, y otras que miden más de un metro adornan el lugar. En una de las esquinas asoma el retrato de Zoila Unda. Esta artesana fue condecorada por el ex alcalde de la ciudad, Jorge Donoso, y el electo cinco veces presidente de la nación, Velasco Ibarra, de quien recuerda fue su fiel comprador.
Por su parte, Mosquera cuenta que las velas palmatorias o floreadas son las más adquiridas por sus clientes, debido a sus formas acicaladas, llenas de detalles.
“Una vez vino una señorita de nombre Cándida Fernández de Calderón, quien trabaja en la Gobernación de México, y me compró 48 velas floreadas. Me pagó y a los dos años mandó por ellas”, cuenta sonriente Mosquera, quien asegura que las velas reposan en el Museo de la Gobernación de México.
Las velas floreadas tienen una extensión de aproximadamente 80 centímetros, pero Mosquera cuenta que ha tenido pedidos de velas de hasta tres metros. Las velas, crespas y cirios gigantes son los que tienen mayor demanda, especialmente para la procesión de Jesús del Gran Poder, que se realiza en Viernes Santo.
Actualmente, su situación es “complicada” asegura Mosquera. Esto porque la calle Flores fue cerrada por la repavimentación y para la comerciante eso ha reducido las ventas hasta en un 80%. “Espero que las cosas mejoren”, dice Alicia Mosquera mientras atiende cordialmente.