Lucho convirtió su casa en un museo

Hace 30 años, el (entonces) joven Luis Torres empezó a coleccionar antigüedades por influencia de su primo, quien se dedicaba a ello. “Cada vez que visitaba su hogar me enamoraba de las antigüedades. Y un día decidí empezar mi propia colección”.

El quiteño, quien vive en La Tola (centro de Quito) tiene 10 hijos, 2 de ellos se pronuncian interesados en seguir los pasos de su padre.

En su casa, Luis conserva planchas de hierro, tocadiscos, radios, un proyector cinematográfico, monedas antiguas, candelabros, cubiertos de plata, herramientas y muebles de madera, que son algunos de los objetos que exhibe en paredes y muebles.

El quiteño dice que cada antigüedad tiene su propia historia; por eso no deja de admirarlos y, con el tiempo, los valora más. Asimismo, intenta —con ciertos objetos— darles otra utilidad.

“Gracias a unos amigos, pude adaptar unas balas de cañón como floreros. Además, convertí una lechera en un paragüero”.

Muchos de los elementos de la colección los ha comprado, otros son regalos y unos cuantos más son hallazgos.

Mientras recorre su casa-museo, el hombre observa una radio singular.

“Este dispositivo electrónico sintoniza las frecuencias internacionales. La persona que me lo vendió decía con orgullo que con esta radio uno podía enterarse —en tiempo real— de todo lo que sucedía en el mundo”.

Debido a lo que guarda en su casa, no es raro que reciba a muchos visitantes. Todos quieren conocer los objetos.

En el caso de los mayores de 40 años, les hace escuchar las canciones de antaño, que son reproducidas en un viejo fonógrafo.

“Los que me visitan me dicen que los objetos les traen gratos recuerdos. Por cierto, mi casa está abierta para quienes quieran conocer un poquito de historia de la ciudad”. (I)