La obra registra un avance total superior al 40%, de acuerdo con el grupo constructor
Las visitas guiadas al Metro ya tienen 5 mil inscritos para este año
A la estación de El Metro en El Labrador se ingresa por un acceso ubicado en la Avenida Amazonas y la calle Logroño. Los visitantes, autorizados por el consorcio constructor de la obra, deben llevar cascos y chalecos. Se permite hacer fotografías adentro, pero Gloria Vásquez, quien está a cargo de la seguridad, advierte que no se camine con la atención en el celular ni se hagan selfies, mucho menos sobre los andamios, para evitar accidentes.
La obra, al norte de la ciudad, está señalizada. El ducto de la estación tiene gigantografías que muestran detalles de la construcción, y Vásquez, una de las guías, señala que el avance de la edificación es del 44%, cifra que no es proporcional al trazado, es decir a la excavación del túnel, sino a la intervención integral: levantamiento de estaciones que se hacen introduciendo maquinaria por una rampa de vaciado para extraer la tierra que ha sido ablandada con agua y espuma —por una rueda de corte— antes de que la tuneladora haga su trabajo.
“Hay rutas de evacuación”, dice la mediadora, “en caso de que se produzca un movimiento telúrico, síganlas hacia el punto de encuentro”, que está junto a la entrada, tras el cerco de mallas cubiertas con toldos verdes. Vásquez se dirige a los 16 visitantes, algunos de quienes se han registrado con anterioridad en la página web de la empresa para hacer el recorrido; otros son vecinos, curiosos y hay una arquitecta que viene a observar los trabajos con ojos de especialista.
Entre quienes están distraídos por la hipnótica profundidad del túnel, sobresale el mayor del grupo:
—¿Qué pasa cuando hay corrientes de agua en el túnel?— pregunta Carlos Buitrón Mora, abogado de profesión que se ha jubilado y vive cerca de la estación Cardenal de la Torre, donde se edificó un parque.
—En cuanto a los niveles freáticos —responde Vásquez—, la tuneladora no es un submarino, pero si hay que poner pozos de bombeo, para sacar el agua, simplemente se avanzaría más lentamente.
Las indicaciones tienen eco a través de un amplificador que Gloria lleva atado a su cintura. Responde las preguntas de los visitantes con agilidad, aunque estos se hagan fotos grupales cada tanto. Señala que, en la Fase 1 de la construcción, se edificaron las estaciones La Magdalena y El Labrador, dos de las cuatro multimodales. En la Fase 2, ahora en ejecución, se construyen 13 estaciones restantes y el área de túneles.
El carácter ‘multimodal’ de las paradas significa que son más grandes que otras e interactuarán, a través de intervenciones en la superficie, con otros medios de transporte (Ecovía, El Trole, Quito cables, buses de cámara baja y alta), explica Vásquez, bajo el área de los buses biarticulados que ya están parqueados en El Labrador.
El Metro prevé ir desde allí (un tramo del exaeropuerto) hacia el sur de la ciudad (Quitumbe) en 34 minutos. “Vamos a pasar por 15 estaciones, haciendo un recorrido de 22 kilómetros; tenemos un kilómetro adicional de Quitumbe hacia Talleres y cocheras, el sitio donde se van a hacer las reparaciones y el mantenimiento de los trenes del Metro”, anuncia la funcionaria.
Viaje a las arterias de El Metro
En El Labrador hay dos accesos. A través del más grande se ve las pilas pilote, columnas que soportan el peso de la construcción y que, a diferencia de las otras paredes, están recubiertas de acero.
Las estructuras que forman las paredes de hormigón del túnel fueron las primeras en llegar luego de una excavación —en la que una máquina extrae la tierra golpeando el suelo y a través de dos brazos mecánicos—. Las llamadas pantallas (paredes) se arman de forma horizontal, con varillas de 32 milímetros que son sismorresistentes y sobre las que se pone una losa de un metro de espesor que formarán los techos y pisos de los pasillos.
La profundidad a la que está cada estación será de 28 a 35 metros, dependiendo de su ubicación. En El Labrador, son 32 metros los que separan a la superficie del espacio por el que circularán los trenes.
Cada minuto, un vehículo recorrerá la superficie superior de El Metro, cuyas vía al norte ha sido perforada, hasta ahora, por la tuneladora “La Guaragua” (una de tres), desde El Labrador a la estación La Carolina. La máquina avanza ahora hasta la parada La Pradera.
Con el hierro que sostiene el hormigón con que se construyó el acceso en la estación Jipijapa, una de las recorridas por ‘La Guaragua”, se pueden edificar 10 pisos.
—Y en caso de terremoto... — Mariana Gallegos, ama de casa, lanza una suposición desafortunada.
—Todas las estructuras aquí son sismorresistentes —le dice la mediadora—: hay un recubrimiento de hierro que tiene 45 megapascales de resistencia; están hechas para el peor escenario, un seísmo de 8 grados, por ejemplo.
La expectativa es transportar a 400 mil pasajeros por día —menos del número de habitantes que tiene la parroquia Calderón—, en un total de 18 trenes, la mitad de los cuales estará sobre el área que ahora recibe a visitantes con las cámaras de sus celulares atentas. Cuando se termine la jornada de operación, de 05:00 a 23:30, el Metro cambiará de dirección, en reteles.
En un punto del recorrido, bajo lo que será el pasillo de vestíbulo, una de las visitantes —de profesión arquitecta y que prefiere no develar su nombre— se da cuenta de que el graderío de los accesos no incluye rampas para personas con discapacidad. Se lo dice a Vásquez, quien responde que esos espacios (gradas eléctricas y ascensores) se harán después e incluirán baldosas con relieves que les permitirán a los pasajeros no videntes movilizarse de mejor manera porque “El Metro es inclusivo”.
Un territorio ‘duro de roer’
“La Guaragua” excavó 1.136 metros en un mes, cuando el plan contemplaba 400 metros en ese lapso.
Bajo la Plaza de San Francisco, donde hubo una intervención que examinó el tipo de suelo después de las prospecciones que se hicieron entre 2014 y 2015, se montará un museo con las piezas arqueológicas que se hallaron, pero que no se han mostrado.
Los guiones museológico y museográfico serán definidos por la empresa Metro de Quito, pero aún no se han hecho públicos. (I)
Rampas, gradas eléctricas y ascensores son parte del 66% de la obra que falta por construir. Las bicicletas podrán ser transportadas en el sistema de transporte. Foto: Marco Salgado / EL TELÉGRAFO