La última corrida de toros se desarrolló en 2011
Las huellas del tiempo están presentes en cada rincón de la Plaza de Toros Quito
La imagen de Jesús del Gran Poder y un mural en cerámica en el que está grabado el nombre “Plaza de Toros Quito” son los únicos recuerdos que, desde el interior del escenario, evocan lo que fueran las corridas que cada diciembre se celebraron con más de 15 mil aficionados de la tauromaquia de Ecuador y del mundo.
Ambos elementos se conservan relativamente bien en comparación con lo desgastado y descuidado que luce el escenario en su totalidad. A simple vista en los exteriores está el césped amontonado y seco.
Hasta 2011, la Feria Taurina Jesús del Gran Poder, considerada una de las más grandes de América, se desarrolló de forma ininterrumpida como parte de los festejos de fundación española de la ciudad.
La lista de los invitados profesionales incluía un selecto número de toreros y banderilleros renombrados a escala local e internacional.
Las paredes del cerramiento de la plaza, en su mayoría, están rayadas con frases o símbolos. Los candados que aseguran las cadenas de las puertas de metal están deteriorados y muchos tienen telarañas producto del tiempo que ha transcurrido sin que nadie los abra.
El mal olor y la basura son la antesala a una pequeña infraestructura en la que otrora se adquirían los abonos a la feria taurina; y que hasta hace unos meses funcionó la parte administrativa de Mayflower.
El letrero de esa compañía se conserva en la puerta de ingreso, pero esta ya no funciona ahí. En su lugar, según lo expresan los 3 empleados que aquí laboran, se encuentra la empresa Eventos y producciones deportivos, que diariamente son los únicos que cruzan las puertas de metal.
Metros más adelante, en el lugar que se asignaba a la cuadrilla de toros, como así reza el letrero, se encuentran 4 perros blancos que ladran incesantemente al observar gente extraña.
A través de una de las puertas de madera que conduce a los baños se logra ingresar al interior del escenario y constatar el deterioro de la infraestructura. Toda la pintura del graderío se está descamando y la especie de asiento metálico que consta en la contrabarrera (espacio cercano a la barrera) también luce desgastado. En el ruedo donde afamados toreros mostraron su destreza con el capote y la espada han hierbas por doquier.
Los burladeros que servían de protección al torero en sus jornadas revelan el paso inclemente del tiempo y están inservibles.
Para los habitantes del sector de la Jipijapa, norte de Quito, donde se asienta la infraestructura taurina desde 1960, la plaza murió y por eso quizá los listones negros que cuelgan en algunos sectores.
“La Plaza quedó en el recuerdo, así como los grandes eventos que se desarrollaron y los conciertos. Debería hacerse algo para revivirla porque no se puede perder así”, dijo doña Eulalia, vecina del sector.
El espacio hoy no alberga ningún evento; ni corridas, ni espectáculos artísticos y musicales. “Esos eventos daban cierta vida al sector, pero ahora solo sobrevivimos del poco movimiento que dan los empleados de las oficinas aledañas”, comentó Any Manzano, propietaria de la despensa Ideal. Isabel Espinosa, moradora que tiene una tienda de víveres comparte su idea.
Para saber cuál será el futuro de la plaza de toros y si habrá o no rehabilitación, este diario pidió información al respecto a la empresa Citotusa, encargada del manejo de la plaza quiteña. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.
Cabe precisar que al momento se debate en el Cabildo quiteño el informe para segundo debate que reformaría la ordenanza municipal 127 y prohibiría las corridas de toros y toda práctica de maltrato animal en el Distrito. (I)