Las canchas del Cumandá necesitan mantenimiento
El pasado miércoles, el Parque Urbano Cumandá, ubicado en la ex terminal terrestre de Quito, cumplió 3 años de su apertura.
Y aunque la mayoría de sus instalaciones se muestran en buen estado, otras están a la espera de ser intervenidas.
Ese es el caso del césped sintético de la cancha de fútbol y la de vóley. El material del piso está deteriorado, en algunas partes incluso se ha levantado. Las mallas que rodean a los campos de juego y las redes de los arcos también están rotas.
José Castillo, entrenador de fútbol en el parque, explica que el deterioro de las canchas se debe a su uso. Asegura que las condiciones actuales del piso podrían causar una lesión en los deportistas.
Según Castillo, las autoridades aseguran que está presupuestada la reparación en los próximos meses.
Roberto Sanga, de 17 años, entrena en estas canchas 4 veces por semana, de 09:00 a 11:00. Él vive en Guajaló y va al parque para aprovechar el espacio gratuito. Sin embargo, solicita que se les dé mantenimiento lo más pronto posible para evitar caídas y problemas.
Pero este no es el panorama de todo el parque. Mucha de la infraestructura ha sido renovada. Por ejemplo, el gimnasio.
Según Erika Romero, instructora del parque, a finales del año pasado empezaron a llegar equipos nuevos: 23 bicicletas estáticas, 10 caminadoras, 5 elípticas, una máquina smith, 2 máquinas para abdomen, 2 de abductores, 2 poleas altas y una barra T, entre otros implementos.
Para Romero, los equipos se dañan por el mal uso que les dan las personas que visitan el parque.
“Desde la inauguración, las máquinas se fueron dañando; muchas se dieron de baja y el gimnasio estaba bastante deteriorado y con poco equipo”, comentó.
La instructora agrega que las personas deben tomar conciencia sobre el buen manejo que requieren los equipos por el bien de todos.
Según información de la administración del parque, al lugar llegan unas 1.000 personas por día y aproximadamente 25 mil por mes.
La mayoría de usuarios concuerdan que van al Cumandá para aprovechar la gratuidad en el uso de sus instalaciones.
Ese es el caso de Magdalena Tello, de 53 años, quien vive en La Ferroviaria Alta (al sur) y visita el espacio público casi todos los días para usar la piscina. (I)