Las acuarelas “persiguen” a Quito
Se los ve caminando y cargando pequeños bancos por el Centro Histórico de Quito, por lo general sus pasos no son apresurados. Miran hacia todas partes buscando una plaza o un parque para “acampar”. Ubicado el sitio, poco a poco se apoderan del espacio y de la curiosidad de los transeúntes y turistas. Se trata del grupo de estudiantes de la Escuela de Acuarela Muñoz Mariño.
Cuando seleccionan el lugar, sacan de su banco, que es a la vez un gran cofre, una cartulina blanca, un “set” de pinturas de acuarela y envases pequeños de lata para mezclar los colores y comienzan a dar los primeros trazos que le darán vida a diferentes estampas de Quito.
Jamel Maldonado, instructor del taller, asegura que más de uno se toma el Centro Histórico de Quito para pintar diferentes rincones, en el feriado de Semana Santa el más vistoso fue la Plaza 24 de Mayo, en la que 20 estudiantes, entre las edades de 15 y 60 años, se tomaron el sector.
Maldonado añade que no es necesario ser experto para iniciar los pinceles de una gran obra. Añade que las personas siguen el principio del acuarelista Oswaldo Muñoz Mariño, quien enseñó la importancia de observar el entorno y plasmarlo.
Muñoz fue el único pintor ecuatoriano con la misión de recrear en acuarelas las ciudades patrimoniales declaradas, a nivel mundial, por la Unesco, como Quito, Cuenca (Ecuador), Lima (Perú), México (México), entre otras.
Además es considerado el cronista gráfico de Quito, porque en cada acuarela plasma rincones y secretos que se encierran en las puertas, casas y muros de la capital, asegura Maldonado.
Observar y plasmar
Los estudiantes que acuden en grupos de entre 15 y 20 personas, pagan por clase $ 3. El valor incluye una cartulina, la paleta de pinturas, los pinceles y el alquiler del banco que utilizan para transportar los materiales y sentarse mientras observan y pintan cúpulas de iglesias, fachadas de casas históricas, monumentos, plazas, incluso inventan sus imágenes durante las tres horas que dura la clase.
Alejandra Guerra, una de las estudiantes, prefiere realizar acuarela de detalles que incluyen fachadas de viviendas antiguas de la Plaza 24 de Mayo. Para ella, el trabajo más complicado, por el detalle, es lograr el color exacto de las tejas viejas de las casonas.
Para David Cajas, dar el color casi idéntico y vida a sus obras es primordial, está aprendiendo las técnicas de la acuarela, mientras sus instructores le enseñan a mezclar colores y a poner la cantidad exacta de agua a cada pintura.
Las clases son los miércoles y sábados en los horarios de 09:00 a 12:00 y de 14:30 a 15:00. Los beneficios de este tipo de recreación, asegura Maldonado, es permitir que las personas descubran rincones de la ciudad y se distraigan, incluso salgan de la rutina de la casa o del trabajo.
Trabajo social
Como parte del trabajo que se realiza con los estudiantes las obras al final de cada taller son expuestas en los museos, incluso al aire libre.
A partir del 20 abril está previsto exponer en el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño y Rattanbir (calle Junín E2-27, San Marcos) las obras realizadas por niños con capacidades especiales, el trabajo fue coordinado con la Vicepresidencia de la República.
Además, la exposición “Emoción y Reflexión” estará abierta hasta hoy, desde las 09:00 hasta las 13:00. En la muestra se presentan bocetos, dibujos y retratos, desarrollados por 12 artistas ecuatorianos.