En 1946, 14 familias pioneras poblaron la zona, que era considerada un área rural
La Villa Flora celebra 69 años de creación (GALERÍA)
Durante muchos años y siglos, el barrio la Villa Flora fue considerado como el punto de acceso y salida sur de Quito.
El sector no se integró a la ciudad hasta 1945, cuando la familia Fernández Salvador vendió su hacienda Flora a la entonces Caja de Pensiones (hoy IESS).
Ese mismo año, 14 familias se convierten en los primeros habitantes y es así como nace el barrio en lo que hoy es la calle Gonzalo Díaz de Pineda. Por eso, en la zona todavía se puede observar el diseño de casas adosadas, rodeadas de jardines y techos de teja.
Los moradores que dieron vida a la Villa Flora eran obreros y artesanos que lograron obtener préstamos de 30 mil sucres, para financiar la construcción de las viviendas en un espacio de terreno de 140 metros cuadrados.
En aquella época, el barrio no contaba con servicios básicos y el transporte era escaso, pues los buses urbanos solo llegaban a la estación de tren de Chimbacalle.
En los primeros años, el área estaba considerada como rural, tanto por la distancia a la que se hallaba del centro urbano, como por los extensos bosques y terrenos que rodeaban a la zona.
“Cuando éramos niños, recuerdo que jugábamos en la quebrada. El agua del río Machángara era limpia y en sus orillas encontrábamos plantas de mora y de uvillas que eran como nuestro refrigerio; de regreso llevábamos a nuestras madres unos sambos grandes que se daban en los terrenos silvestremente”, comentó Rodrigo Dueñas (73 años).
El hombre es uno de los primeros moradores pues su familia se mudó al lugar en 1946. Y desde entonces ha vivido en el barrio, aunque en su juventud residió unos años en Chile.
Los vecinos recuerdan que en 1972, las calles fueron asfaltadas y varias de las quebradas rellenadas, con el fin de construir un nuevo eje vial en el sur que uniera al barrio con otros.
“Las avenidas Alonso de Angulo y Rodrigo de Chávez eran quebradas. Viene a mi memoria que nos costaba mucho cruzar hacia la ciudadela Atahualpa o a La Magdalena, pero cuando hicieron los túneles de San Juan, rellenaron estos espacios”, apuntó Gustavo Padilla, morador y presidente del área.
En la actualidad, la Villa Flora está constituida por más de 4 hectáreas y con el paso del tiempo dejó su aire residencial por un ambiente más comercial; además, muchas de las casas antiguas fueron derrocadas y en su lugar se construyeron modernos edificios.
El boom comercial de la Villa Flora ocurrió a inicios de los años ochenta.
Según Padilla, la ubicación del barrio resultó estratégica para el comercio, ya que la gente que se dirigía al centro o al sur de la ciudad pasaba obligatoriamente por allí.
El directivo añadió que en la actualidad, su trabajo se centra en los jóvenes, pues precisan que esta generación se apropie de los espacios comunitarios del lugar.
Durante mayo, la Villa Flora está de fiesta y por ello se ha planificado 10 actividades sociales, culturales, deportivas y artísticas que se realizarán todos los sábados del mes.