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La vida en las comunas atrae poco a los jóvenes

La comuna de Lumbisí tiene más de 400 años. Sus principales actividades son la agricultura y la ganadería, en las que aún laboran los habitantes más antiguos del lugar. Foto: archivo El Telégrafo
La comuna de Lumbisí tiene más de 400 años. Sus principales actividades son la agricultura y la ganadería, en las que aún laboran los habitantes más antiguos del lugar. Foto: archivo El Telégrafo
11 de mayo de 2014 - 00:00

El Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) cuenta con 78 comunas, de las que 3 son  urbanas. Cada una tiene sus propias normas, pero la mayoría se rige a través de un cabildo, conformado por un presidente, vocales y el síndico.  

Además,  su forma de organización privilegia la colaboración sobre el interés particular, incluso en la propiedad de la tierra, cuya venta está restringida para evitar el fraccionamiento del territorio.

Pero el desarrollo urbano ha alterado las formas de convivencia en las comunas, aunque las generaciones comprendidas entre los 40 y 80 años tratan de preservar sus costumbres.
Un punto problemático es la relación entre los adultos y los jóvenes. Según José Quishpe, presidente de la comuna Lumbisí, sector de Cumbayá, los jóvenes de su sector realizan actividades distintas a las tradicionales agropecuarias y artesanales de autoconsumo.

Así, los habitantes de menor edad prefieren estudiar o trabajar fuera de la zona. A eso se suma que su participación en eventos comunales es baja.

Quishpe considera que esta situación obedece a situaciones derivadas de la modernidad y que lo único que cuenta con colaboración son las fiestas.

Por otro lado, muchos aquellos que pertenecen a la segunda generación de habitantes de las comunas son profesionales y trabajan fuera de su lugar de nacimiento.                                                                                                                                                                                                                                             
Silvia Almache (27 años), moradora de Lumbisí, comenta que las tradiciones de la comuna son continuadas básicamente por las familias antiguas y que muchos de los jóvenes han migrado.
La mujer aseguró que una de las razones para la poca participación de los jóvenes es que actualmente en Lumbisí hay muchas familias migrantes que no comparten las costumbres originales.  
La mayoría de las                                                                                                                                                                                                                                                      comunas del cantón tiene más de 100 años de existencia, mientras que otras se conformaron a partir de la Reforma Agraria de 1964. En esa época, los terratenientes trasladaron la tenencia de la tierra a sus trabajadores.

Santa Clara de San Millán, Miraflores y Chilibulo Marco Pamba son las 3 asentadas dentro del radio urbano. Las 2 primeras están ubicadas en el norte quiteño y la última en la zona sur.
Dichas áreas tienen, por lo general, un ritmo de vida que se acerca más a lo urbano, frente a sus similares rurales.

No obstante, Santa Clara de San Millán aún se maneja a través de un cabildo y tiene cubierta la mayor parte de servicios básicos, aunque sus calles secundarias continúan siendo de tierra.
Ese sector de la ciudad tiene una existencia de aproximadamente un siglo, cuando la población empezó con 300 familias. Actualmente viven allí más de 2 mil personas.

Tradicionalmente, la zona era el centro de abastecimiento de ladrillos y tejuelos de la ciudad. Los primeros moradores se dedicaban a la fabricación de estos objetos de barro, pero esta tradición se ha perdido poco a poco.

“La Comuna es como un barrio más de Quito. Ya no se preserva ninguna de sus tradiciones. De hecho, sus jóvenes no son comuneros  en todo el sentido de solidaridad, y el trabajo conjunto ha desaparecido en el tiempo. Por ejemplo, recuerdo que cuando éramos jóvenes bajábamos a una quebrada que nombrada de la ‘Bendición del Agua’. Todos recogíamos el líquido para repartírnoslo”, asegura Juan Carlos Santo Ortiz, morador del sector.  

Según Santos, los jóvenes no colaboran en proyectos de la comuna, pues sus intereses giran alrededor del deporte y a otras actividades.

Viviana Echeverría (26 años) comenta que uno de los problemas más graves que se evidencian en la comuna  es que los jóvenes consumen bebidas alcohólicas y drogas.

“Las autoridades, tanto del Municipio, como del Estado central, deberían generar más espacios para que los chicos del sector tengan la oportunidad de desarrollar otras actividades. Necesitamos más espacios verdes en la comuna”, indica.

En tanto, los cabildos trabajan por mantener la ancestralidad de sus territorios, no solo en cuanto a urbanismo y tradiciones, sino en relación con la venta de tierra a personas ajenas a las comunas.

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