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El temblor del 12 de agosto pasado dejó como saldo 3 personas fallecidas y 4 heridos. las parroquias de calderón y pomasqui fueron las más afectadas

La tierra se mueve más en las alturas

La tierra se mueve más en las alturas
17 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

El sismo de 5,1 grados que ocurrió el pasado martes alteró la vida en la ciudad. El susto que provocó el movimiento de 45 segundos hizo que oficinistas de altos edificios, obreros, artesanos y amas de casa salieran a las calles en previsión de alguna desgracia.

Pero muy pocos habrán pensado en esos momentos en quienes portando cascos y sostenidos por sogas desafían a las alturas para llevar el pan a sus hogares. Para ellos, la vivencia del temblor fue distinta a 10, 20 o más metros del suelo y sin más protección frente a una eventual caída que un andamio.

“Nosotros estábamos colgados ahí (señala con el dedo), en el piso 19, limpiando los vidrios. De repente, sentimos que el edificio empezó a moverse de izquierda a derecha. Nuestros rostros se pusieron del color del papel, pero yo nunca pensé en la muerte”, comentó José Torres.

Torres relató que él y su compañero se aferraron instintivamente a las cuerdas que los sostenían mientras la ciudad temblaba. Por un momento habrían pensado en soltar el andamio e intentar llegar al suelo, pero no se arriesgaron. “Decidimos esperar suspendidos en la altura. Luego del temblor bajamos y no subimos hasta el otro día”, comentó José.

En otro sector del norte de la ciudad, Luis Oña (21 años), realizaba sus labores cotidianas como constructor de un edificio. A las 14:57 del martes, instante del sismo, se encontraba en el piso 7.

“Cuando empezó, no lo sentí. Pero varios de mis compañeros gritaron ‘¡temblor!, ¡temblor!’. Al inicio no les creí, pero luego todo el edificio empezó a moverse fuertemente y tuve un sentimiento de desesperación. Corrí hacia una de las columnas; no sabía si bajar o quedarme quieto en el piso. Cerré los ojos y pensé en mis padres que viven en Guaranda. No quería morir y me aferré a una columna”, relató el albañil.

Tanto Luis como José prefirieron retirarse de su lugar de trabajo esa tarde. Llegaron a sus casas y lo primero que hicieron fue abrazar a sus familiares. José prefirió que sus hijos durmieran en su cama esa noche, mientras que Luis se acomodó en un colchón cerca del cuarto de sus padres, quienes bordean los 70 años.

Pero el de esta semana no fue el primero y no será el último evento de la historia sísmica quiteña que, según los registros geológicos, lleva millones de años.

En épocas más recientes, el primer sismo de gran magnitud que afectó a la ciudad y que fue descrito por los cronistas españoles ocurrió en 1541 y se originó en la zona de Quijos, en la actual provincia del Napo.

Pablo Duque, decano de la Facultad de Geología y Minas de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), señaló que aquellas ciudades que se encuentran rodeadas por sistemas montañosos tienen bajo sí fallas geológicas.

De hecho, la falla de Quito (activada el martes) es producto de esta característica geográfica y atraviesa la ciudad por su extremo oriental.

Los geólogos descubren a la falla como un plano de fractura sobre el cual se asienta la ciudad. Es decir que Quito se asienta sobre placas y bloques de tierra y piedra que están en continuo movimiento.

Un estudio realizado por el geólogo ecuatoriano Hugo Yépez sobre la falla activa de Quito señala que “que en los 500 años de vida histórica de la ciudad se han registrado varios sismos relacionados con la falla; algunos inclusive han superado los 8 grados de magnitud”. Yépez añade que la falla es una “fuente de alto peligro para la ciudad”.

Alexandra Alvarado, jefa de Sismología de la EPN, indicó que entre los movimientos telúricos que afectaron a la capital y cuyo origen fue la falla de Quito estuvo uno de 1587, con magnitud de 6,3 grados en escala de Richter. Este afectó a las iglesias y casas del Centro Histórico, Pomasqui y Guayllabamba. Su hipocentro fue en el norte de la ciudad.

Fuertes sismos se produjeron en los años de 1660-1662. Posteriormente, Quito fue sacudida por el terremoto de 1755, cuya magnitud fue de 7 grados. Estos no estuvieron directamente relacionados con la citada falla.

En el texto La Catedral de Quito y el terremoto de 1755, escrito por Ana Fernández y otros historiadores, se indica que dicho evento es considerado como el más destructivo que ha enfrentado la urbe. Y pone como ejemplo, el desplome de parte de algunas iglesias como Santa Catalina, San Agustín, Santo Domingo, San Francisco, la Merced, el Sagrario y La Catedral.

En 1797, el terremoto de Riobamba hizo que algunos barrios y las torres de La Catedral resultaran afectados. “Se concluye que desde 1587 hasta 1868 Quito fue azotada por 25 sismos de gran magnitud, los mismos causaron graves estragos en las construcciones religiosas quiteñas”, señala el escrito.

Ya en el siglo XX, el sismo de 6,9 grados que ocurrió en marzo de 1987 cerca del volcán Reventador (Napo), provocó el derrumbe de un edificio donde vivían 4 familias, la rotura del oleoducto transecuatoriano, entre otras afectaciones; la mayoría de quiteños durmió en la calle y patios de sus casas aquella noche por temor a réplicas de igual magnitud que el primero.

Entre tanto, el temblor ocurrido en 1990, cuyo epicentro estuvo en Pomasqui, afectó a 453 familias, mientras que 900 viviendas sufrieron efectos de distinta dimensión y 3 personas murieron. La magnitud del sismo fue de 5 grados.

El último sismo registrado en la ciudad, cuyo epicentro fue la falla de Quito, es el que ocurrió el pasado martes. Según Duque y Alavarado, el sismo es considerado superficial, pues ocurrió a 5 kilómetros de profundidad de la corteza terrestre.

Los 2 expertos explican que ese día el bloque de tierra donde se asienta Quito se superpuso al bloque de tierra donde descansa el valle de Tumbaco, Pomasqui y Calderón. Y que esa fricción ocasionó el movimiento.

Además, Alvarado precisó que las placas y bloques de tierra que son parte de la falla de Quito, al igual que otras fallas geológicas del mundo, se encuentran en constante movimiento; por eso, no se puede determinar cuándo ocurrirá un sismo o un terremoto.

Eliana Jiménez, profesora de riesgos Geológicos de la EPN, dijo que es necesario comprender que al encontrarse la ciudad sobre la falla de Quito, en algún momento podría sufrir un terremoto de gran magnitud (alrededor de 8 grados).

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