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La antigua edificación será evaluada para su rehabilitación

La temporada de lluvias dañó un ícono quiteño

El derrumbe de parte de la cubierta del Teatro Cumandá no causó daños a los habitantes del inmueble.
El derrumbe de parte de la cubierta del Teatro Cumandá no causó daños a los habitantes del inmueble.
Foto: CORTESÍA
22 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

La caída, la madrugada del lunes, de una parte de la cubierta de lo que fuera el Teatro Cumandá fue un capítulo más del constante deterioro que ha sufrido la edificación. Por décadas, el inmueble funcionó como válvula de escape diario para cientos de quiteños.

Eran los tiempos en los que para los habitantes de la capital, ‘ir al tiatro’ -como se decía entonces- significaba la mayoría de las veces asistir al cine y no a una representación en vivo, con actores.

Lo más moderno en cuanto a tecnología era el Cinemascope y el espectáculo del Technicolor.  

La mayoría de la cintas llegaban al país con años de retraso y el grueso de la oferta provenía de Hollywood -no hemos avanzado nada- y de la fábrica de charros y cabareteras que por entonces era México.

La ida al cine implicaba ocupar unas cuatro horas de la tarde o la noche pues las funciones se componían de la proyección de dos cintas, separadas por un intermedio en el que se encendían las luces y se aprovechaba para acudir al baño o al bar del teatro.

Y la edificación construida en el extremo sur de lo que por centurias se conoció como el Camino del Mesón era parte de aquella dinámica.

Pero el reinado de la televisión en el hogar, el crecimiento de la ciudad y la aparición de los cines de salas múltiples en los centros comerciales cambiaron la relación de los vecinos de la urbe con las imágenes en movimiento.

Y los cines de barrio, el Cumandá entre ellos, empezaron una lenta agonía que concluyó en su desaparición como tales.

El Cumandá resistió hasta la década de 1990, pero la realidad comercial terminó modificando el uso del antiguo inmueble. Abandonado por temporadas, la mayor parte del tiempo la edificación se ha usado con fines religiosos  en los últimos 20 años.

Sus ocupantes más recientes eran participantes en los programas de alejamiento de las adicciones de la Fundación Remar.

El desplome de una parte del techo del excine no afectó a las 14 personas (incluidos tres niños) que habitaban la edificación en su intento de desintoxicarse.

El hecho fue atribuido al estado de la vivienda y al efecto de la temporada de lluvias.

Por el riesgo de que un evento similar se repita, los moradores fueron evacuados del sitio. (I)

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