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Cuyes, leche, frutas y hortalizas forman parte de la producción agropecuaria del área

La Ruta Escondida capitalina ofrece gastronomía, religiosidad y tradición

La iglesia de la parroquia Perucho encierra un museo en el que se conservan piezas de arte colonial; entre ellas el llamado ‘Señor del mundo’ (izq.), que se atribuye al famoso escultor Caspicara. Miguel Jiménez / El Telégrafo
La iglesia de la parroquia Perucho encierra un museo en el que se conservan piezas de arte colonial; entre ellas el llamado ‘Señor del mundo’ (izq.), que se atribuye al famoso escultor Caspicara. Miguel Jiménez / El Telégrafo
08 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

Exquisita gastronomía, templos con más de 3 siglos de antigüedad, espacios naturales como cascadas y lagunas y cercanía con la ciudad son parte los atractivos de la llamada ‘Ruta Escondida’, área ubicada en la zona norcentral del Distrito capitalino.

La ruta tiene alrededor de 8 años de creada. Y a pesar de que aún falta mucho por hacer respecto a la difusión de su existencia, cientos de turistas llegan cada semana a las diferentes localidades que la conforman en busca de alternativas de descanso.

La ‘Ruta Escondida’ está formada por las parroquias rurales Puéllaro, Perucho, Chavezpamba, Atahualpa y San José de Minas.

Entre sus habitantes existe una relación de vecindad y amistad, lo que se traduce en colaboración para buscar el incremento de la actividad turística, a fin de que esta se convierta, en algún momento, en su principal fuente de ingresos.

La ruta inicia en Puéllaro, a 45 km de Quito, es la parroquia ubicada más al sur. Una de sus especialidades culinarias son los cuyes asados. Mientras que un punto obligado de visita son sus 2 iglesias que datan, de acuerdo con los registros municipales, de 1879 y 1920.

La estructura de la más pequeña es de cangahua, carrizo y posee techo de paja. Ese templo es utilizado ahora como centro cultural.

Iglesia y museo de Perucho

A 60 km de Quito está Perucho, una parroquia que resulta acogedora por la amabilidad de sus casi 2 mil residentes, esta es una parada obligatoria de los viajeros.

El parque de Perucho es considerado por sus habitantes como uno de los más limpios del Ecuador. El sitio cuenta con espacios verdes, canchas deportivas, juegos infantiles, jardines y monumentos. Pero es la iglesia uno de los principales motivos de visita para los turistas nacionales y extranjeros.

El templo fue construido alrededor del año 1700, con una base totalmente de madera; esa característica da un valor histórico y arquitectónico especial a la estructura.

César Cárdenas, miembro de la Junta Parroquial de Perucho, es quien guía a los visitantes y les explica la historia del sitio.

“La iglesia funcionaba como un registro civil; por eso, hasta no hace mucho tiempo, mucha gente venía a verificar sus datos de nacimiento e inscripción”, dijo Cárdenas.

El templo acoge varias obras de arte entre cuadros e imágenes pertenecientes a la Escuela Quiteña. Entre las obras se puede apreciar a una escultura del ‘Señor de la Buena Esperanza’ o ‘Cristo Negro’, que hace referencia a la presencia de esclavos de origen africano en la zona, debido a la existencia de cañaverales. También se aprecia una imagen de San Francisco de Asís como ‘Patrono de la Ecología’, del siglo XVIII. “Las Misiones Franciscanas fueron las primeras órdenes religiosas en llegar”, refiere el guía. También existe una escultura de San Miguel Arcángel, patrono de Perucho, que data del siglo XVIII.

El recorrido también incluye la visita a un pequeño museo ubicado al interior de la iglesia. Este posee objetos históricos como campanas del siglo XVII y la llave original de la iglesia.

Entre las reliquias se encuentra un melodión antiguo (instrumento musical) del siglo XVIII, que aún suena, y que era utilizado en las misas de aquel tiempo.

En el museo también se exhibe una figura de San Isidro Labrador. “Una de las tradiciones más antiguas en la zona era las rogativas. Se llevaba la imagen de San Isidro al campo para que atraiga la lluvia a los cultivos en el tiempo de sequía”, afirma Cárdenas.

De acuerdo con sus registros, la edificación de la iglesia sufrió los efectos del terremoto de Ibarra en 1868 y fueron los ilustres peruchanos Manuel Cifuentes, Manuel Alfaro y Manuel Castelo, quienes lideraron su reconstrucción.

El dirigente también recomienda no abandonar la parroquia sin degustar el plato tradicional: el ‘sancocho peruchano’, elaborado con los plátanos de la localidad.

En cuanto a la bebida, una de las especialidades es el vino artesanal de mandarina. Uno de los más conocidos es el de marca Luis Alfred, llamado así en honor a su fundador, Luis Alfredo Pavón.

“Él fue uno de los primeros agricultores en establecerse, solo se dedicó al cultivo de mandarinas, gracias a eso, tenemos la bebida tradicional de Perucho”, afirma.

En Chavezpamba, localizada a unas 2 horas de Quito, la ruta llega a su punto más verde, característica que se puede apreciar desde el mirador natural del cerro Itagua. El río Cubi es otro atractivo.

La ruta continúa en la parroquia Atahualpa (a 72 km de la capital), cuyo nombre rinde tributo al legendario inca quiteño. Esa localidad posee entre sus atractivos una centenaria iglesia y su cementerio. Desde allí, se pueden visitar las lagunas de Mojanda.

A través de una desviación ubicada antes de Chavezpamba se llega a la parroquia de San José de Minas, a unos 80 km de Quito, la cual debe su nombre a las minas de arena, piedra y cal que existían allí antiguamente.

La zona es eminentemente agrícola y se siembra morochillo, choclo, fréjol, aguacate, chirimoya y caña de azúcar. El recorrido puede terminar en la Casa de Pancho, degustando una deliciosa trucha. (I)

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