La regulación del uso de suelo, un reto inevitable
“La zona ubicada alrededor del parque La Carolina, en el centro-norte de Quito, es el suelo más caro de la ciudad”, asegura el investigador Paco Salazar.
Esa situación, así como la ubicación de barrios en los que viven personas de situación económica media y media baja alrededor del Centro Histórico y de zonas consideradas obreras, no es casual, añade Salazar.
La distribución de la ciudad, que se conserva hasta ahora, se origina en el Plan Regulador de Quito, elaborado por el arquitecto y urbanista uruguayo Jean Odriozola, entre 1942 y 1945, a petición del entonces alcalde Carlos Andrade Marín.
Odriozola, quien en 1941 había ganado el Gran Premio de la Facultad de Arquitectura de Montevideo, estableció una estructura de la urbe que, si bien no se aplicó de inmediato, refleja en buena medida a la ciudad actual.
Salazar califica al uruguayo como un urbanista de tendencia moderna que diseñó la ciudad como se concebía, por entonces, que debía ser una urbe.
El urbanista aprovechó también ciertas transformaciones que de manera intuitiva habían empezado a operar en Quito.
Por ello estableció que el valle ubicado al norte del casco colonial se convirtiese en una zona de barrios-jardín, destinada a la vivienda de personas con recursos económicos.
Odriozola previó también en esa área la construcción de un gran parque. Esto se concretaría a inicios de la década de 1970 con la creación de La Carolina, un área verde que no alcanzó las dimensiones que planificó el arquitecto uruguayo.
El investigador ecuatoriano (Paco Salazar) dice que la distribución del uso del suelo que hizo Odriozola tiene una visión de segregación, en la que se establece que el suelo de calidad debe ser para los ricos y el de mala calidad debe ser para los pobres.
Por ello planificó la creación de barrios obreros en el sur de la ciudad, en terrenos atravesados por gran cantidad de quebradas.
Estos debían ubicarse más allá de la zona industrial que debía consolidarse alrededor de las fábricas que empezaban a aparecer alrededor de la estación del tren, en Chimbacalle.
Esta distribución se mantiene hasta la actualidad, con la presencia de grandes empresas, como diario El Comercio, Plywood y Fosforera Ecuatoriana en el centro-sur y sur capitalinos.
En tanto que barrios como La Villaflora aparecieron a mediados de los cuarenta con créditos del seguro social a obreros de las fábricas aledañas.
Salazar describe esto como el hecho de que “la lógica de Odriozola no se ha roto hasta ahora”.
Ejemplifica aquello con datos de la década de 1970 sobre la concesión de créditos para vivienda, que se concentraron en 70% en la zona norte de la capital.
El tema de la posesión de tierras es un asunto pendiente en el Distrito Metropolitano
Laura Quiñónez es una de las moradoras del barrio La Pampa, ubicado al sur de Quito.
Quiñónez asistió el 1 de diciembre a la sesión del Concejo Metropolitano en la que se concretó el inicio del proceso de expropiación especial para su barrio y El Conde IV.
Esos sectores son los primeros en beneficiarse del procedimiento, incorporado al Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad) en la reforma de 2014.
A través de él, se busca ayudar a la regularización de los asentamientos humanos ejecutados por lotizadores inescrupulosos.
El proceso consiste en que el gobierno municipal correspondiente declare la zona en disputa como de utilidad pública, procediendo luego a entregar los predios a quienes se encuentran en posesión de ellos.
El jueves pasado, Quiñónez no podía ocultar su felicidad, pues la expropiación especial “es el primer paso, después de tantos años, para tener un techo seguro”.
La mujer comentó que, cuando por fin tenga las escrituras de su vivienda, será como despertar de una pesadilla.
“Podré acceder a créditos para mejorar mi casa. Y lo más importante es que podré dejar algo a mis hijos”.
El caso de La Pampa y El Conde IV no son los únicos de su tipo. De hecho, el tema de la posesión de la tierra es un problema de muchas décadas.
La demanda por espacio para vivir se acentuó entre las décadas de 1960 y 1970, cuando la población de Quito se incrementó de manera exponencial debido a una ola migratoria.
Debido a ello, durante la década de 1980 se produjo una serie de ocupaciones en el norte y el sur de la ciudad.
Producto de ello nacieron barrios actualmente consolidados, como Atucucho, La Roldós y Pisulí, en la zona norte.
Sin embargo, los habitantes de muchos sectores, especialmente en el sur, no han logrado resolver su situación hasta la fecha.
Un estudio efectuado en 2011 por el Municipio de Quito estableció la existencia de 450 barrios sin regularizar en el Distrito.
Hasta 2014, la pasada administración de la ciudad logró la formalización de aproximadamente 300 asentamientos humanos.
Tras el inicio de la actual Alcaldía, se han producido varias protestas para exigir una mayor agilidad.
Finalmente, el pasado jueves, el Concejo aprobó también una ordenanza especial sobre regularizaciones, que las promueve y otorga incentivos para su ejecución. (I)