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La convivencia en las vías aún es un tema pendiente

La convivencia en las vías aún es un tema pendiente
04 de abril de 2013 - 00:00

Fernanda Tola cruza a diario la intersección de las calles Amazonas y Cordero para llegar a su oficina. Mientras camina debe estar atenta no solo al semáforo sino también al paso de los ciclistas, pues en una ocasión se libró de ser arrollada por uno de ellos cuando intentaba atravesar la avenida ya que por ahí pasa la ciclovía.
“Yo asumí que si el semáforo está en rojo y, por ende, los autos deben detenerse, las bicicletas también lo harían, así que creí que estaba segura al cruzar la calle”.

Francisco Peña, joven ciclista que usa este medio de transporte para ir a su colegio, recordó que en más de una ocasión al pasar por las calles estrechas del barrio  La Magdalena los autos le cerraron el paso obligándolo a utilizar la vereda. “A veces hay carros parqueados en las calles angostas y cuando otros  autos también circulan por ahí solo dejan un espacio mínimo para las bicicletas”.

Fernando Cruz, conductor, señaló que en varias ocasiones los ciclistas no respetan las señales de tránsito y se cruzan por medio del tráfico, obligando a los autos a frenar inesperadamente. “Sí deberían tener más precaución porque al frenar de esa manera, podemos causar un accidente grave e impactar al ciclista”.

Casos como ese son frecuentes en la ciudad. Los peatones, ciclistas y conductores dicen que se sienten vulnerables mientras se movilizan. Para ellos, el concepto de  seguridad vial comprende varios aspectos necesarios para evitar accidentes de tránsito con el objetivo de proteger la integridad tanto de quienes se desplazan por las carreteras, como de quienes se movilizan por las aceras.

En 2012 entró en vigencia la reforma a la Ley de Tránsito, dentro de la cual  se establecieron responsabilidades para los tres actores de la movilización. Por ejemplo, el artículo 175 está dirigido a  los conductores y establece que los vehículos mantendrán una distancia lateral de seguridad mínima de 1,5 metros de otros usuarios de la vía y que la distancia debe ser mayor cuando rebasen o adelanten a ciclistas, motociclistas y carretas.

Para Galo Cárdenas, vocero de Biciacción, uno de los aspectos que se debería controlar es que se cumplan los límites de velocidad establecidos el año pasado.

Incluso considera que se debería impulsar la creación de las Zonas 30, que son espacios de convivencia entre peatones, ciclistas y conductores como existen en varios países de Europa, en donde la velocidad máxima es de 30 km por hora. En Quito hace 6 meses se realizó un experimento de este tipo en el barrio Quito Tennis, pero aún no hay un informe sobre el impacto de la medida.

En la ciudad existen 2’239.191 habitantes y 432.000 vehículos, de los cuales solo el 25% corresponde a autos particulares. Es decir, la mayoría de gente usa transporte público o se moviliza en bicicletas y a pie. Por ello, los peatones consideran que tienen dificultades para desplazarse por los lugares que existen ciclovías, pues  deben caminar más atentos.  

Patricia Mena, de la oficina de Transporte no Motorizado de la Secretaría de Movilidad, explicó que el trazado de estas rutas obedece a un estudio técnico en el que se toman en cuenta los siguientes principios: la ruta más directa entre el origen y el destino, que la ciclovía pueda mantener la ruta, seguridad vial y personal, el  paisaje y que con el tiempo no sean subutilizadas.

La funcionaria también anotó que en los tramos donde los peatones caminan por el carril de los ciclistas, estos deben ser “amables con los demás usuarios y pitar de manera adecuada para que los peatones sepan por dónde deben ir”.

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