La ciudad se prepara para enfrentar posibles desastres
Los tiempos de respuesta de las entidades de socorro que participaron la semana pasada en la simulación de un terremoto de 5,9 grados en la escala de Richter fueron los esperados. El Palacio Municipal fue evacuado en 5 minutos, mientras que el trabajo de entidades como el Cuerpo de Bomberos se puso a prueba ante un eventual derrumbe del ex Palacio de Justicia.
Para Lourdes Rodríguez, secretaria de Seguridad y Gobernabilidad del Municipio, uno de los resultados que arrojó la simulación fue que la sociedad aún no es consciente de que vive en una ciudad con varios riesgos y que debe estar preparada para saber cómo actuar en un desastre.
Desde hace tres años se implementó en la capital una política de gestión de riesgos enfocada en dos componentes: la prevención, es decir, la preparación para enfrentar y trabajar en acciones que permitan mitigar las posibles emergencias; y mejorar los tiempo de respuesta de la ciudad ante episodios como incendios, sismos, deslaves u otro tipo de desastre.
Durante este período el Municipio ha destinado alrededor de 20 millones de dólares en la ejecución de proyectos y programas como el denominado “Mi escuela se prepara”, el cual ha sensibilizado a 1.039 centros de estudio sobre la prevención de riesgos.
“Hemos recibido capacitación del personal del Cabildo. Ya participamos en tres simulacros y queremos como institución prepararnos de la mejor manera para saber qué hacer durante un siniestro”, explicó Pili López, profesora del colegio Simón Bolívar, parte del programa de capacitación.
Así también se trabaja en la capacitación de 1.746 Comités de Seguridad Barrial y en la relocalización de barrios que se encuentran en zona de riesgo. Al momento se ha reubicado a 485 familias en zonas como La Mena Dos y Pueblo Blanco.
Los riesgos a los que está expuesta la ciudad son variados, por ejemplo: volcánico, por estar cerca a colosos como el Pichincha, Reventador y Cotopaxi. Del mismo modo, los asentamientos en las laderas o faldas de la montaña hacen que exista una predisposición a los deslaves.
Frente a esto se han identificado 30 sitios seguros en toda la ciudad. Se trata de áreas abiertas, amplias y estratégicamente ubicadas dentro de la urbe que permitirán a los habitantes permanecer en ellas después de potenciales desastres naturales como terremotos, deslizamientos, incendios u otros, de manera temporal y garantizando su seguridad física en todo momento.
Estos han sido seleccionados después de un extenso estudio, en los que se determinó que son lugares que no tienen cercanía con construcciones altas, que están cerca de fuentes de agua y energía, abiertos, amplios y capaces de recibir hasta 700 mil personas, como es el caso del parque La Carolina.
La funcionaria también señaló que será necesario -en un futuro cercano- que todos los habitantes de la ciudad identifiquen el punto de seguridad más cercano a su domicilio: “Las personas deben saber a dónde tienen que acudir durante una emergencia”.
A la par se han creado cuatro Áreas de Refugio Temporal, ubicadas dentro de los sitios seguros del Parque La Carolina, el Área Recreativa Carapungo, el Parque La Moya en Conocoto y el Parque Ecológico del barrio Solanda, en donde se podrá atender a heridos durante un episodio emergente. En esas zonas se construyeron centros de atención que contarán con camillas y una sala para provisiones como agua, comida, catres, carpas y demás elementos que sirven para enfrentar una emergencia. La inversión del proyecto alcanza los 718.407 dólares.
Aunque la entrega de estas zonas se realizó hace una semana, durante un recorrido por algunos de esos lugares se observó que los ciudadanos aún no tienen claro para qué servirán las áreas seguras.
“He visto los rótulos en algunos lugares, pero pensé que en esos sitios habría policías que se encargarían de fortalecer la seguridad de la zona”, dijo Juan Becerra, morador de La Magdalena.
Por su parte, Fernanda Cruz resaltó la importancia de contar con estos sitios, pero recalcó que se debería capacitar a la población para saber qué hacer durante un desastre.
“Cuando se hacen simulacros no es que toda la gente toma en serio las cosas. Por ejemplo, la vez que participé, algunas personas prefirieron quedarse dentro de las oficinas. Nos hace falta tener más conciencia de las cosas”, comentó.