Hechos concernientes a la fecha ocurrieron en lugares de la ciudad que todavía existen
La capital conserva en sus rincones los recuerdos del 24 de Mayo
El 24 de Mayo de 1922, la rellenada quebrada de Jerusalén se convirtió en el bulevar 24 de Mayo durante la conmemoración del centenario de la Batalla del Pichincha.
La avenida, tranformada por la pasada administración municipal en bulevar, es ejemplo obvio de la conexión de Quito con el acontecimiento; aunque más allá de la denominación, la vía no guarda relación directa con el hecho histórico.
Lo que sí ocurre con el llamado Templo de la Patria, construido en la zona del macizo que domina la ciudad en el que se habría desarrollado el combate entre las fuerzas patriotas y las realistas.
La estructura es visible desde cualquier punto del Centro Histórico y desde buena parte del sur capitalino. Pese a ello, algunos habitantes desconocen el significado de la edificación y que en su interior se conservan recuerdos como armas, uniformes y documentos relacionados con la gesta.
Clara Salazar (56 años) es un ejemplo de aquello. El ama de casa reconoció el martes, mientras cruzaba el parque La Alameda en dirección al Registro Civil, no estar segura de qué ocurrió en ese sitio.
Atinó a decir que era algo relacionado con la independencia y que allí los militares realizan actos “todos los 24 de Mayo”.
Otra cosa que pocos saben es que algunas de las víctimas que dejó la Batalla del Pichincha fueron enterradas en el cementerio de El Tejar, ubicado en el flanco occidental del centro y que fue el primer camposanto de la urbe.
Según el libro Historia y Arte en el Tejar de la Merced, de Antonieta Vásquez y Alfonso Ortiz Crespo, en 1789, el entonces rey Carlos IV dispuso que los cementerios se construyeran fuera de los poblados por un tema de salubridad.
Y en el caso de Quito y El Tejar, aquello habría ocurrido en los primeros años del siglo XIX. Las tumbas de los próceres no están identificadas y los cadáveres habrían sido enterrados en un área a manera de fosa común.
El hecho, sin embargo, es recordado durante los recorridos guiados que se realizan por el lugar. Además, parte de esos restos descansan en una urna dedicada al soldado desconocido en el Templo de la Patria.
Otro de los sitios conectados con el hecho que nos dio la libertad política está ubicado en el parque central de Chillogallo (al sur).
Es la antigua casa de hacienda en la que funciona actualmente el Centro Cívico Mariscal Sucre. Una placa colocada sobre la fachada del inmueble recuerda que allí descansaron las tropas comandadas por Antonio José de Sucre el 22 de mayo de 1822.
Investigaciones históricas señalan que la intención del Mariscal de Ayacucho era burlar la vigilancia de las fuerzas realistas cruzando por lo alto del macizo que domina la ciudad para llegar al sector de El Ejido, donde esperaba que ocurriera la batalla. Sin embargo, descubiertos por los españoles, los patriotas debieron enfrentarse a ellos en la montaña la mañana del 24 de Mayo.
Asimismo, enclavado entre la calle García Moreno y el bulevar 24 de Mayo se encuentra el actual Museo de la Ciudad.
La edificación albergó durante aproximadamente 400 años el hospital San Juan de Dios. Además de ser el sitio donde aprendió y ejerció la medicina el prócer Eugenio Espejo, en la primera casa de salud capitalina, fue donde falleció Abdón Calderón.
El ‘héroe niño’ no murió, como solían repetir algunos textos ‘históricos’ durante el combate, sino un día después de la batalla que selló la independencia del país como producto de sus múltiples heridas y un cuadro severo de disentería.
Ese mismo día, en uno de los salones del Palacio de Gobierno, también conocido como Palacio de Carondelet, se firmó el acta de capitulación del Ejército español comandado por Melchor de Aymerich.
La fachada de la propia casa de gobierno conserva una placa que recuerda que el Libertador Simón Bolívar entró en ella por primera vez el 18 de junio de 1822.
Lo hizo luego de ingresar por la zona norte de la entonces pequeña ciudad y ascender por la actual calle Chile en dirección a la plaza de la Independencia o plaza Grande.
A pocos metros de la intersección de Chile y Venezuela, la tradición cuenta que ocurrió un hecho que le cambió la vida para siempre.
Desde uno de los balcones de la casa esquinera cayó una corona sobre Bolívar cuando este saludaba a la multitud desde su caballo. Al levantar la vista encontró a la mujer que le había hecho la ofrenda y que se convertiría en su compañera: Manuela Sáenz.
Una placa ubicada sobre uno de los muros de la casa marca el punto en el que habría ocurrido el hecho.
Más tarde se habrían encontrado en una recepción y, según algunas fuentes, sus primeras citas amorosas habrían ocurrido en la quinta La Delicia, en el sector de Cotocollao. (I)
En un espacio del cementerio de El Tejar, el primer camposanto de Quito, fueron enterrados los cuerpos de los patriotas muertos el 24 de Mayo de 1822. Foto: Archivo / EL TELÉGRAFO