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Los programas de asistencia no solucionan integralmente el problema

La calle es el eterno hogar de casi 3 mil personas

Los adultos mayores son, con el 11,2%, la segunda mayor población de habitantes de Quito.
Los adultos mayores son, con el 11,2%, la segunda mayor población de habitantes de Quito.
Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO
01 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Indigencia, duelos no resueltos, depresión crónica, trastorno de personalidad, consumo de sustancias o discapacidad son algunas de las características de las personas que viven en las calles de la capital.

De acuerdo con un censo realizado por el Municipio, en Quito existen 2.781 personas, desde niños a adultos mayores, con experiencia de vida en las calles. Pero el universo real de personas que tienen su hogar a la intemperie es difícil de definir con exactitud.

De acuerdo con datos de la Municipalidad, con el proyecto ‘Habitantes de la Calle’ se realizó el abordaje a más de 1.700 personas con experiencia de vida en calle, desde 2015 hasta la actualidad.

Mientras que con la campaña ‘Quito Solidario sin Mendicidad’, realizada en 2014, se hicieron 2.396 acercamientos.

El problema de definir el número exacto de personas que viven en las vías se debe a que pocos se quedan en un mismo sitio y, más bien, transitan por diferentes espacios.

Sin embargo, se ha logrado establecer que la mayor concentración de estas personas se encuentra en el Centro Histórico de Quito (37,1%), seguido por la zona Eloy Alfaro (17,5%) y el sector La Mariscal (12,7%). Además, se ha determinado que la mayoría de estas personas son adultas con un 69,7%, seguida por adultos mayores con 11,2%. En su mayoría se trata de varones y  la población es principalmente mestiza (63,8%), seguida por indígenas (21,2%).

Se considera que la migración nacional y extranjera también aumenta las cifras de personas en las calles. En un censo realizado en 2015 en La Mariscal se determinó que el 48% de niños encuestados provenían de Quito, mientras que otro importante porcentaje procedía de provincias de la Sierra central como Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo (44%) y específicamente de Colta, Saquisilí, Ambato, Latacunga y Riobamba.

Según el censo, más del 50% de las familias encuestadas con niños en las calles vive en hacinamiento y los menores que trabajan en las vías pertenecen al rango de edad de 0 a 3 años.

Así mismo, según datos del Cabildo, grupos de cubanos, venezolanos y colombianos se han sumado a la vida en la calle debido, principalmente, a la dificultad de incluirse en el sistema laboral.

Las personas que viven en las calles pueden asistir a lugares de acogida y permanecer ahí únicamente durante las noches.

En estos casos, aunque reciben ayuda, no se trata de una solución integral a esta problemática, pues  suelen volver a las calles para dedicarse a actividades de mendicidad o venta ambulante.

En ciertos casos continúan con el consumo de sustancias, entre otras actividades.

Los albergues no son totalmente gratuitos, lo que hace más compleja  su permanencia en los mismos. Además, algunos sitios se encuentran abarrotados por la cantidad de personas que reciben.

Por otro lado, algunos individuos que viven en la calle presentan problemas difíciles de solucionar. Uno de ellos son los trastornos psiquiátricos. El Estado proporciona, básicamente, atención médica ambulatoria; sin embargo, hay ocasiones en las que se requiere de internamiento.

Otra limitante es que las personas no cuentan con los medios económicos necesarios para dar continuidad a su atención médica psiquiátrica tras el alta provisional. (I)

Cerca del río Machángara, al centro-oriente de Quito, es común observar a un grupo de personas que ayudan a distribuir el tránsito hacia El Trébol. Foto: Fernando Sandoval / EL TELÉGRAFO

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