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El Telégrafo
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La banda cumplió 81 años

La Banda Municipal de Quito transmite sentimiento a través del sonido (Galería y video)

Foto: Fernando Sandoval/ EL TELÉGRAFO.
Foto: Fernando Sandoval/ EL TELÉGRAFO.
10 de julio de 2014 - 10:32

La Banda Municipal de Quito y su exdirector Ernesto Rivadeneira comparten algo en común: más de ocho décadas de vida.

Ayer, el músico que dirigió la orquesta por 27 años se reencontró con los timbales, platillos, tambores, clarinetes y flautas, que hicieron de la música su pasión.

El maestro Rivadeneira Urresta dirigió a siete bandas unificadas al son del Chulla Quiteño, en la Plaza de San Francisco (Centro Histórico de Quito).

De terno y corbata, el exdirector de la Banda Municipal de Quito se unió al festival de bandas en homenaje a los 81 años de la institución. Todos fueron "de punto en blanco"; es decir, sus uniformes lucieron impecables.

"Maestro, maestro", fue como los integrantes de la banda recordaron a quien fue director por 27 años. Estuvo de 1962 a 1966 y desde 1983 a 2006. Recuerda que trabajó por lo menos con ocho alcaldes, incluyendo a Gustavo Herdoiza, Rodrigo Paz y Paco Moncayo.

“Ser director fue mi sueño y sigue siendo y ha de ser hasta el día que deje este mundo”, dijo Rivadeneira, con una sonrisa. Esa expresión le acompañó, durante las 2 horas que duró el espectáculo.

El exdirector dijo que “todas las épocas fueron las mejores”, y que trabajó “con todo amor, con toda entrega, con todo cariño, a los músicos y al público”.

De igual manera, Rivadeneira dirigió a la bandas de la Policía Nacional, del Colegio San José de la Salle de Guayaquil, de la Unidad Educativa Manuela Cañizares, entre otras.

“La banda la llevo en mi corazón”, comentó el músico de 88 años, quien dirigió el espectáculo con solemnidad.

Oswaldo Taco, quien toca instrumentos de percusión y forma parte de la Banda Municipal por 25 años, considera que Rivadeneira es el mejor director que ha tenido la institución hasta el momento.

“Un profesional a carta cabal en lo que es el arreglo y la composición de música de todo género”, comentó.

Al evento asistieron, desde las 10:00, las bandas municipales de Sangolquí, del cantón Mejía, de Imbabura, de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, de la Primera División del Ejército Shyris y de la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro.

Alrededor de 200 personas aguantaron el sol intenso de medio día, con parasoles y gorros, para bailar, zapatear y aplaudir a las bandas. Incluso, a muchos de los asistentes no les importó no tener una pareja, igual bailaron solos.

Oscar Aimacaña, director encargado de la Banda Municipal de Quito, afirmó que el evento se logró gracias a la “confraternidad” entre los músicos de las bandas.

Aimacaña encabeza la banda desde hace dos meses y tiene planeado incluir nuevas canciones al repertorio, cómo el pasillo Confesión.

Cuenta que al momento no hay un “equilibrio” en la banda. Hacen falta instrumentos como flautas, trompetas y clarinetes, así como músicos.

El director aspira pasar de 43 a 50 músicos. "Al pueblo Quiteño nos debemos”, dijo.

“A veces la gente piensa que somos borrachos, porque somos músicos, pero aquí nadie toma, nada de eso”, contó.

Para el músico, David Pachacama, quien toca la tuba, ser parte de la Banda Municipal es un honor.

“Somos los representantes de la cultura de Quito. Nosotros tenemos que transmitir la cultura que tenemos”, afirmó.

Karla Montenegro y Marisol Pachacama son la únicas mujeres que forman parte de la banda.

Montenegro, quien toca la flauta desde hace 11 años, se siente orgullosa de pertenecer a la institución.

“Le doy gracias a Dios por permitirme trabajar en lo que siempre me ha gustado, que es la música”, sostuvo.

Para Pachacama, tocar el clarinete le permite “expresar el sentimiento a través del sonido”.

“Es muy grato ver cuando la gente se alegra", afirmó Pachacama. Para ella, la música nacional es "la identificación de nuestras raíces, de nuestra vida en sí que llevamos cómo ecuatorianos”, dijo.

Pachacama coordinó el encuentro. El sol quemó sus mejillas, pero no se dio por vencida, siguió tocando el instrumento, que le acompaña desde hace 7 años en esta banda.

“Pese a aprietos y remiendos, hemos concluido con este evento", dijo la joven artista, mientras despidió a unos familiares que le fueron a ver. "Es una sensación satisfactoria por lo que hemos logrado hacer por el aniversario de la Banda Municipal”, dijo, mostrando una expresión de orgullo y de deber cumplido.

“81 años no se cumple todos los días”, concluyó.

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