La Alameda, un lugar quiteño con muchos atractivos que ofrecer
Cuando se habla de los lugares tradicionales y bellos de la capital, siempre sale a relucir el parque de La Alameda, ubicado en la parroquia San Blas, al costado norte del centro histórico y con una superficie de seis hectáreas.
Este lugar fue el primer sitio de esparcimiento que tuvo Quito. Ahora es un espacio de encuentro y diversión para los quiteños, visitantes nacionales y extranjeros, pero, sobre todo, un paso obligado para muchas personas que realizan gestiones en dependencias públicas cercanas, como la Asamblea, los juzgados, la Prefectura del Pichincha, el Banco Nacional de Fomento, el Colegio Mejía, entre otras.
Uno de sus mayores atractivos es la laguna artificial; ahí se reunía la gente, y en el siglo XIX aparecieron los paseos en bote, una tradición que se mantiene hasta la actualidad. Al centro del lugar funciona el Observatorio Astronómico de Quito. En el sitio está el árbol más viejo, que es un ciprés macrocarpa de alrededor de 120 años de edad. En cambio, en la esquina norte se puede ascender al “Churo de la Alameda”, construcción de piedra, símbolo espiral de la cosmovisión indígena.
Aquí se ha llevado a cabo más de una hazaña, a decir de José Emilio Herrera, historiador, el sitio sirvió para los potreros del rey. También hubo una célebre batalla entre Gonzalo Pizarro y el Virrey Blasco Núñez de Vela. “Este parque es un espacio en el que florecen siglos de historia. Ahora se ha convertido en un símbolo de realidades”, dice.
Abraham Masabanda tiene 83 años y viene al parque desde hace 20 a lustrar zapatos. Él asegura que es un sitio tranquilo, que trae recuerdos a su memoria de lo que era la ciudad hace décadas.
Entre semana este espacio se ha convertido en la parada de los colegiales, que acuden a disfrutar del breve paseo en canoa por la laguna artificial y saborear uno que otro plato que se expende en el sitio con la sazón quiteña.
El administrador de los botes, Mario Rivera, dijo que tiene 20 unidades que prestan el servicio: 10 con remos y 10 a pedales. Un paseo de media hora en los primeros cuesta 1,50; en los segundos, 2 dólares.
El sitio cuenta con vigilancia las 24 horas. Tres guardias durante el día y tres en la noche, con lo que han bajado significativamente los robos, aseveró José Campoverde, vigilante.