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Los dueños y administradores de comercios afectados ensayan estrategias para elevar las ventas

En la Jipijapa culpan a la estación del Metro del cierre de los negocios

Aunque los pasos para peatones se mantuvieron por la zona, esto no incidió positivamente en los negocios.
Aunque los pasos para peatones se mantuvieron por la zona, esto no incidió positivamente en los negocios.
Foto: Álvaro Pérez/El Telégrafo
29 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Quito

Nueve de los 21 locales que existían, hasta mayo, en el tramo de la avenida Amazonas ubicado entre Tomás de Berlanga e Isla Tortuga, del barrio Jipijapa, han cerrado.

Los dueños y administradores de negocios sobrevivientes señalan que esto se debe a que la construcción de la estación “Jipijapa” del Metro produjo la baja de las ventas. Las obras arrancaron el 2 de marzo y el tráfico vehicular por la zona se cerró el 3 de mayo.

El Municipio intentó apoyar manteniendo el paso peatonal por el tramo y colocando avisos de que los locales comerciales continuarán atendiendo.

Sin embargo, los comerciantes que se mantienen se muestran preocupados y aseguran que registran pérdidas económicas de hasta el 80%. Por ello, algunos han decidido reducir su personal.

Pedro Gavilina, quien trabaja en una ferretería, busca estrategias para mejorar las ventas. “Antes se vendían $ 400 al día y ahora solo $ 60. Para atraer a los clientes hemos puesto un anuncio en la av. Juan de Azcaray y Amazonas. Además implementamos descuentos de entre el  20% y 30%. Pero ninguna estrategia ha funcionado”.

Gavilina dice que el problema principal de su negocio radica en la lejanía de sitios de estacionamiento, pues eso dificulta que sus clientes compren grandes cantidades o mercadería de gran tamaño.

Luis Sosa, propietario de Alfombras San Andrés asegura que desde hace 4 meses ha registrado reducción en sus ingresos, que pasaron de $ 10.000 al mes a prácticamente 0”.

El comerciante añade: “Los que todavía quedamos en esta zona somos los dueños de los locales; a quienes arrendaban les ha tocado salir de aquí”.
Sosa dice que como una forma de que la gente se acerque decidió salir a la calle a buscarla: Sus 2 trabajadores -un tercero fue despedido- recorren los barrios ofertando alfombras.

Aseguró que las ventas al por mayor han ayudado a minimizar los efectos adversos y solicitó una indemnización del Municipio en reconocimiento de las afectaciones. Asimismo, José Proaño, cocinero de un restaurante de comida china, dijo que la atención en mesa ha bajado en el 80% al mes y que, por ahora, subsisten “gracias a las ventas a domicilio”.

Las cadenas no se libran de la situación. Empleados de Sub  way y Oki Doki coinciden en que los ingresos han bajado en el 50%. En tanto que el local de farmacias Fybeca también siente efectos adversos, según César Flores, líder zonal de esa empresa.

Flores detalló que antes tenían 35 trabajadores operativos y que debido a las pérdidas han prescindido de 20 de ellos. Siete guardias y 10 funcionarios del área de Call Center también fueron cesados.

“Este local vendía al mes $ 600.000 y ahora $ 250.000. Necesitamos señalética y propaganda. Los clientes piensan que la farmacia está cerrada y no es así. Abrimos otro local -más pequeño- en la av. Gaspar de Villarroel pero las pérdidas siguen”, aseguró el funcionario.

Una dueña de casa, quien omitió  su identidad, dijo que está preocupada por el constante ruido que generan las máquinas. Y anunció que el sábado llevará un ingeniero para que revise el estado de su vivienda ya que siente que vibra cada vez más conforme avanzan las obras. (I)

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