El zapateo clásico marcó el tono de la fiesta quiteña
En los escenarios colocados en Quitumbe, La Carolina y la plaza Foch se encendieron las luces; los animadores invitaban a los caminantes para que se acerquen a las tarimas. La música comenzaba a llamar la atención de los niños, de los jóvenes y adultos, que la noche del sábado salieron a celebrar los 477 años de la Fundación de Quito.
Tres escenarios distintos, pero todos bajo el control de la Policía, la promoción de la campaña “No gastes tu plata en balde” para evitar el consumo de alcohol y la entrega de recomendaciones para el uso del espacio público a cargo de artistas, uniformados e incluso propietarios de bares.
En el primer escenario, desde las 17:00, las personas comenzaron a concentrarse para asistir al concierto de bandas como Rock Vox, Daniel Páez, Transit Dansa, Malamaña y Macano, quienes hicieron bailar a los asistentes y romper el frío del sur de la ciudad.
En el escenario de La Carolina, el ambiente no era distinto, se vivía la fiesta. Poco a poco la gente se acercaba al escenario enterrando sus zapatos en el césped mojado. La música comenzó a sonar al ritmo de Guerrilla Clika, los 4 del Altiplano, Carlos Grijalva, Victoria Villalobos y Mala Rodríguez.
El folclor, el rap, la cumbia, el reggae, la bachata, la salsa y la música de antaño hicieron bailar, cantar y recordar a los asistentes. Al grito de “¡Viva Quito!” se ponía parte de la tradicional melodía “Chullita quiteño”, dijo Claudia, quien es aficionada a la música alternativa y andina.
El público bailaba y ovacionaba a sus artistas preferidos, aplaudía la calidad de las presentaciones y, en algunos casos, como Carlos Grijalva, resaltaba el operativo desarrollado para evitar el consumo de alcohol. De las presentaciones en las ferias de Quitumbe y La Carolina, las redes sociales se hicieron eco. Fotos, canciones y frases de las melodías formaban parte de las celebraciones a Quito.
En otro escenario, en la plaza Foch, la fiesta se tornó más familiar. Macarena Sánchez acudió con sus dos hijos y esposo a comer algo en los restaurantes de la llamada “zona” y se encontraron con el concierto “Mis bandas nacionales”.
En el de la plaza el control por parte de los uniformados era más estricto, parecía una fiesta familiar. Adultos mayores, niños y adolescentes junto con sus padres ingresaban al lugar, pero antes debían pasar el control policial.
Se revisaban carteras, bolsos y hacían un cacheo a los asistentes mientras repetían: “Prohibido consumir alcohol dentro del espacio del concierto”.
La Plaza del Quinde se llenó. La gente bailó y “zapateó” al ritmo de artistas como Gabo, el Mágico. Reggaetón, salsa, bachata y la música de bandas de pueblo pusieron a mover el cuerpo a todos, mientras el público pedía más canciones a la artistas Verónica Bolaños.
La música nacional se apoderó del ambiente; José Tapia aplaudía a la cantante mientras su esposa e hija bailaban juntas, a su lado.
Tapia añadió que algo que llamó su atención fue la ausencia de la borrachera generalizada que antes se armaba en las fiestas de Quito, mientras Carolina Cando, su esposa, reconocía que la ciudad tampoco estaba convertida en un basurero y urinario público, como en años anteriores.
En los bares no había música, se llenaban de la melodía que interpretaban los artistas que se presentaron en el conciertos, mientras el menú cambió por bocadillos típicos de la ciudad, como empanadas, mote con chicharrón y canelazos.