El sector Cumandá continúa con problemas de inseguridad
La transitada y bulliciosa terminal Cumandá, en el Centro Histórico de Quito, es solo un recuerdo. Hoy en día se ha convertido en un esqueleto deshabitado. Columnas cuarteadas y muros destruidos sostienen el edificio.
El eco resuena con solo pronunciar una palabra. No hay nada. El vacío reina.
Los dos guardias que custodian el lugar son los únicos que, por ahora, recorren cada día los 4 000 m² de terreno sobre los cuales quedan los pilares, paredes y losas del edificio que fue construido en 1976, que guardan cientos de historias de los viajeros desde y hacia las distintas provincias del país.
En las desoladas calles de acceso pasan con frecuencia indigentes y drogadictos, quienes fomentan la inseguridad en el espacio abandonado. En tanto, en los alrededores, militares y policías metropolitanos recorren la zona con frecuencia.
Antes tenían más trabajo debido a que la afluencia de personas atraía a los delincuentes, ahora es lo contrario, la soledad ayuda a los que quieren delinquir y perjudica a quienes se atreven a caminar por los sitios desolados.
En los alrededores el ambiente es similar. Pocas, o ninguna, personas acuden a los antes repletos restaurantes, hoteles y locales comerciales.
Rosa Ortiz, dependiente del restaurante Cumandá, se encuentra preocupada, sus ventas han descendido en un 100%. En su local se observa la decadencia. Afirma que quebraron hace dos años, desde que se salió la terminal y permanece en el lugar porque su familia vive cerca. “Ya no hay negocio para nada y tenemos que rogar que vengan a comer. Además, la delincuencia sigue y se vende droga a todas horas”, dice.
A los dos guardias privados se suman dos policías municipales quienes están destinados a cuidar la seguridad de los niños y jóvenes que transitan por la zona de paso a los centros educativos del sector.
Caminando por la calle 24 de Mayo, solamente quedan los vestigios del gran comercio que había en aquel tiempo. Se observan puertas metálicas cerradas, vallas de restaurantes, panaderías apagadas y locales sin propósito.
Patricio Novales, administrador del Hotel Principal, ubicado en la avenida Maldonado y Quijano, confirma que la clientela disminuyó en un 90% y el 10% se suple con los clientes frecuentes. Antes por la demanda del servicio se atendía inclusive con reservaciones.
La directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio, Margarita Romo, reveló que los trabajos en la anterior terminal se reanudarán cuando el Municipio de Quito oficialice el “megaproyecto” para cambiar el uso de las instalaciones.
Eso incluye la intervención de dos grandes quebradas del sector, el Censo y Sena, en un área aproximada de 80 hectáreas de perímetro.
El proyecto es construir un gran parque que tendrá amplias áreas recreativas, parqueadero para 250 vehículos y áreas comerciales, en las que reubicarán a los vendedores que trabajaban en la antigua terminal.
Aún se desconoce el costo de la obra, el financiamiento y los plazos, pero se avanza en el levantamiento de la información topográfica, de ingeniería y de infraestructura vial.