El Sagrario, origen de la ciudad hispana y eje de la política quiteña y nacional
La segregación racial durante la Colonia marcó profundamente la vida en los barrios de Quito. La administración española estratificó el territorio de la ciudad de acuerdo con la condición étnica e ingresos de sus habitantes. Este proceso se realizó en concordancia con la distribución en zonas eclesiásticas en el territorio de la naciente urbe.
Así, los párrocos se encargaban de administrar las zonas destinadas a la vivienda de los españoles y criollos ricos; mientras que los sacerdotes doctrineros manejaban, no solo en el ámbito espiritual sino también las áreas de residencia de indígenas.
La preponderancia de la iglesia hizo que los nombres de la mayoría de barrios tradicionales guardaran relación (algo que se mantiene hasta hoy) con los santos a los que fueron encomendados (San Roque, San Juan, San Diego, Santa Bárbara, etc.) o a algún detalle relacionado con el ámbito religioso.
Un caso particular lo constituye la zona aledaña a la plaza de la Independencia, más conocida como plaza Grande.
El área constituye el origen de la ciudad colonial y alrededor de ella, Sebastián de Benalcázar y sus capitanes trazaron la cuadrícula original urbana y se repartieron solares, convirtiendo al espacio en un barrio de españoles y personas con algún tipo de poder.
Todavía es posible leer en la fachada de La Catedral placas con los nombres de los primeros habitantes; entre ellos figuran Diego de Tapia, Pedro de Puelles, Rodrigo Núñez, Diego Martín y el propio conquistador, Benalcázar.
El Cabildo y la curia denominaron originalmente al sector como parroquia Central y establecieron en su núcleo las sedes de los poderes eclesiástico (Catedral), monárquico (residencia del representante del rey) y locales (Cabildo).
Posteriormente, la iglesia bautizó a ese punto específico con el nombre de la parroquia (El Sagrario), en alusión al templo construido en el área adyacente a la Catedral.
Durante la dominación ibérica, igual que ocurre en nuestros días, el tipo de vivienda mostraba quiénes eran sus ocupantes. En el siglo XVII, las casas de las familias pobres ubicadas, por ejemplo, en San Roque, eran de un solo piso, mientras que en lo que hoy se conoce como el núcleo del Casco Colonial predominaban las casas de 2 plantas; en la segunda habitaban los dueños y la primera estaba destinada a dormitorios de la servidumbre, cocina y área de bodega.
Aquella práctica de guardar cosas en la parte baja de los inmuebles, se mantiene hasta hoy y habría dado lugar a la intensa actividad económica que predomina en la zona, que ha pasado en las últimas 4 décadas de ser un sector de habitación a un espacio comercial.
Según datos del Cabildo, alrededor de 20 mil personas habrían dejado de vivir allí durante los pasados 20 años. Y por ello, uno de los proyectos de la administración municipal anterior fue repoblar ese sector mediante la rehabilitación de inmuebles y la creación de soluciones habitacionales.
Durante la mayor parte de su existencia, la ciudad estuvo constituida por su Centro Histórico y prácticamente nada más a su alrededor, con excepción de los citados barrios que se formaron como vivienda de indígenas y mestizos (San Roque, La Tola, San Sebastián, San Blas, etc.).
Constituyóse así la zona en el espacio por excelencia de las luchas políticas y en escenario de la mayor parte de acontecimientos de trascendencia tanto para la historia de la urbe como para el país.
En la edificación inmediatamente contigua a la iglesia de El Sagrario (a media cuadra de la plaza Grande), por ejemplo, vivía Manuela Cañizares, en cuya vivienda se reunía con el resto de actores de los hechos del 10 de Agosto de 1809.
A un costado del Palacio de Gobierno (sobre el pasaje Espejo), se encontraba el equívocamente denominado Real Cuartel de Lima, cuyas instalaciones albergan actualmente el Museo de Cera.
Allí fueron recluidos y asesinados por las tropas realistas los próceres de la independencia, el 2 de Agosto de 1810. Esto provocó la ira de los moradores de los barrios y El Sagrario y sus alrededores se convirtieron en un campo de batalla.
En los bajos del Palacio de Carondelet (llamado así por uno de los últimos presidentes de la Real Audencia de Quito) cayó el cuerpo del primer mandatario Gabriel García Moreno, asesinado el 6 de agosto de 1875.
En el siglo XX, el sector fue escenario de múltiples acontecimientos como intentos de golpes de estado y de celebraciones como las ocurridas tras el triunfo de la insurrección conocida como La Gloriosa, que terminó con el gobierno de Carlos Alberto Arroyo del Río el 28 de mayo de 1944.
En épocas recientes, el Centro Histórico ha acogido a las manifestaciones populares multitudinarias que condujeron a los derrocamientos de los presidentes Abdalá Bucaram (6 de febrero de 1997), Jamil Mahuad (22 de enero de 2000) y Lucio Gutiérrez (20 de abril de 2005).
De igual manera, miles de ciudadanos se congregaron en la plaza Grande a inicios de 1995, para respaldar al entonces presidente Sixto Durán Ballén durante la Guerra del Alto Cenepa.
Una forma de identidad cercana a lo eclesiástico
EL historiador Alfonso Ortiz Crespo señala que para entender la constitución de los sectores tradicionales de Quito es necesario diferenciar la división política de la eclesiástica, puesto que una cosa es el barrio y otra la parroquia. Esta última tiene que ver con la circunscripción territorial a cargo de un párroco.
“Se sigue llamando parroquia de El Sagrario, pues en su iglesia aún se efectúan actividades religiosas”, comenta Ortiz, quien también menciona que hoy es poco común la identificación de los vecinos con la parroquia, pero que hace 100 años, la parroquia fue una forma de identidad del barrio.
La construcción del templo se produjo entre los siglos XVII y XVIII, a través de la contribución económica de la Cofradía del Sagrado Sacramento, que inició con los trabajos de cimentación en el año 1617.