El reto del patrimonio es volver habitable al Centro
La ciudad ha amanecido los últimos días cobijada con el resplandor celeste del cielo. Las cúpulas de las iglesias del Centro Histórico se han alzado al sol y parecieran mirar silenciosas el caminar de la gente y el pasar de los siglos. Aquellos conventos, casas, plazas y calles del casco colonial guardan el misterio del tiempo y custodian la identidad de los habitantes de Quito.
La ciudad cumple el próximo domingo 35 años como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Los retos de las administraciones municipales durante ese tiempo han sido la preservación de bienes históricos y arquitectónicos y la inclusión de los moradores.
Uno de los principales efectos de la patrimonialización sobre el casco colonial ha sido la salida de sus moradores. En palabras de la investigadora argentina Mónica Lacarrieu: “La mayoría de procesos (de patrimonialización) tiende al vaciamiento”. De hecho, en las últimas dos décadas, alrededor de 20 mil personas salieron del sitio, según cifras que maneja el Municipio. Además, varias casas y edificios están deshabitados o son utilizados como bodegas de los comercios que han reemplazado a las viviendas. De hecho, el 31% de uso del espacio es comercial actualmente.
“Desde mediados del siglo XX, las familias más poderosas de la ciudad decidieron mudarse del Centro al sector de la Mariscal, al norte. Y esto significó un abandono de la importancia y la jerarquía del lugar y por ello surge un acelerado deterioro del espacio público y del conjunto de riquezas”, dijo el alcalde Augusto Barrera, en el Foro de la Ciudad.
En ese contexto, el actual Cabildo ha señalado que considera a la habitabilidad como una pieza importante para preservar el patrimonio, vista como la necesidad de que el Centro Histórico sea considerado un lugar digno para vivir. Y por ello, como parte del proyecto de revitalización del Centro se han establecido planes de vivienda con 3.000 soluciones habitacionales. En este rubro se invierten 31 millones de dólares.
También se rehabilita el exhospital psiquiátrico San Lázaro y la cárcel Nº 2. Se prevé que ambos inmuebles se conviertan en sede de centros de estudios superiores. De igual manera, se planea establecer embajadas en casas patrimoniales del sector, en un intento por mejorar la calidad de vida en la zona.
PUNTOS DE VISTA
Juan Paz y Miño
Historiador y cronista de la ciudad
EL TURISMO NO ES EL ÚNICO EJE
En todos estos años se ha realizado un enorme esfuerzo para que Quito mantenga esa imagen, ya no solo arquitectónica, sino también en servicios y de patrimonio intangible.
El patrimonio incluye una parte de lo arquitectónico, que ha sido preservada, y otra que es la humana. El desempleo que se generó en los años ochenta hasta el 2000, hizo que el administrar una ciudad donde el subempleo generó formas de vida autónomas y de supervivencia como es la informalidad, no sea fácil. Había quizá que crear mejores condiciones de trabajo para esa misma población, y creo que en los últimos años sí se realizó ese esfuerzo.
Quien visita el Centro Histórico no solo espera observar esa excelente vista arquitectónica; además, gusta de una ciudad que ofrezca buenos servicios y en la que no aparezca, por doquier, un vendedor ambulante. También eso se refleja en la conciencia de la gente.
Creo que esta situación es de doble vía, tanto de la acción de las autoridades como de la conciencia ciudadana. En ese sentido, se deben buscar mejores condiciones para que la propia informalidad se desempeñe en mejor manera.
Creo que el problema de habitabilidad se solucionará progresivamente en la medida en que también se provea de mejores servicios al lugar, como sitios para parqueaderos, seguridad y movilidad. Estos esfuerzos complementan al turismo.
Fernando Carrión
Académico de la Flacso
MÁS POLÍTICAS QUE PROYECTOS
Si uno ve retrospectivamente estos últimos 35 años, creo que hay hitos que son fundamentales: el primero, en 1987, cuando se aprueba la Ley de Creación del Fondo de Salvamento (Fonsal); el segundo, cuando se obtiene un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo ($ 42 millones); y el tercero, cuando se aprueba el plan de intervención del Centro Histórico. Esos tres componentes llegan de manera simultánea en el 87 y 90. Digo esto porque hasta ese momento se le dio la espalda al origen; es lo que yo llamo un “parricidio urbano”.
Uno de los problemas de inversión del centro ($ 45 millones por año en las últimas tres décadas) es que esos recursos generaron una alta inversión en suelo y arriendos. Se produjo un cambio del uso del suelo y eso generó una expulsión de población. En 15 años ha salido el 41% de la población. Y en ese sentido me parece correcto plantear el fortalecimiento de las políticas de vivienda.
Sin embargo, veo solo proyectos mas no políticas. Creo que hay que establecer una política diferenciada en acceso a la vivienda, en tecnología; generar un ascenso social de las poblaciones que allí habitan, para que se queden. Tenemos que desarrollar actividades laborales en el Centro, para que la gente que vive ahí, no salga a trabajar en otros lados. Se debe tener una política social sostenida en el Centro, cuyo elemento sea la política de vivienda, de empleo y económica.
Handel Guayasamín
Presidente Colegio de Arquitectos
SE VALORA POCO LO NO COLONIAL
Uno de los principales componentes de la cultura es la arquitectura. El patrimonio arquitectónico corresponde a diversas épocas. Creo que en nuestro caso, debemos ser consecuentes con miles de años de historia, de los cuales, al último periodo colonial le corresponden 300 años. Sin embargo, el patrimonio previo y posterior tienen poca valoración. Aquí existe un sobredimensionamiento de lo colonial, en detrimento de la valoración de lo prehispánico y de lo contemporáneo o republicano.
Ese es un tema ideológico que pesa muchísimo en lo que supone políticas de intervención en el patrimonio. Sin duda, la Ley de Cultura debe proteger el patrimonio arquitectónico. Ahora que estamos por celebrar los 35 años de declaratoria de Quito como Patrimonio de la Humanidad, estamos frente a un hecho de mucha importancia, que considero grave: la desaparición del patrimonio contemporáneo.
Con ello me refiero a muchas de las obras que se ejecutaron en el siglo XX, que además, fueron merecedoras del premio Ornato de Quito. Pues ocurre que un altísimo porcentaje de esas obras ha desaparecido por la presión inmobiliaria; obras que han estado localizadas en barrios del norte o centro-norte. Estas han sido derrocadas y en su lugar se han construido edificios de departamentos y oficinas. No hay quién proteja a esas edificaciones.