El retaceo de tierras es el mayor enemigo de las comunas urbanas
La comuna Miraflores se levanta en el interior del parque Metropolitano Norte, ubicado en el cerro Guangüiltagua, a escasos 10 minutos del hipercentro de la ciudad.
Al obedecer a un sistema de organización comunitario, las casas del sector no cuentan con cercas ni tapiales que dividan las viviendas, pues la propiedad de la tierra se basa en una escritura única en la que no existe noción de propiedad privada sobre la misma.
En una de las casas, Rosa Cueva (52) desgranaba el miércoles pasado unos cuantos choclos para preparar humitas —según dijo—, al tiempo que unos gatos jugaban a su lado y una gallina café picoteaba los granos que caían al piso; mientras, en el fogón, una olla con agua empezaba a hervir.
“Estos choclos son de mi chacra. No son muchos porque ya no tenemos tanto espacio desde que las familias crecieron y tuvimos que darles a nuestros hijos su tierra para que tuvieran un lugar en donde vivir. Pero siempre nos queda la necesidad de tener sembradas unas plantitas para el consumo de la familia”, comentó la mujer.
Miraflores es una de las 3 comunas ubicadas dentro del área urbana del Distrito Metropolitano de Quito. La comuna como tal obtuvo personería jurídica hace unos 50 años, sobre tierras que fueron parte de la hacienda Miraflores y de ahí su nombre.
Al inicio, apenas 5 familias integraban el asentamiento y sus habitantes se dedicaban a las actividades agropecuarias; era común observar por las propiedades cuyes, gallinas, cerdos, llamas, vacas, entre otros animales, recuerdan los pobladores más antiguos.
Fernando Criollo, expresidente de la comuna, mencionó que estas costumbres han ido desapareciendo poco a poco; sobre todo a raíz de que el cerro Guangüiltagua fuera declarado parque Metropolitano y las autoridades prohibieron a los comuneros tener animales. Por ello, en la comuna, hoy apenas existen 4 vacas y unas cuantas gallinas que deambulan por ahí.
Respecto a la agricultura, el crecimiento poblacional ha hecho que esta práctica se vaya dejando de lado pues, tal y como expresó Cueva, los espacios cada vez son más reducidos para la siembra.
No obstante, un rasgo identificativo que se preserva en el sitio es la celebración de la festividad de San Pedro, en julio. Aunque actualmente el evento ha se ha fusionado con el festejo de la creación de la comuna.
Lucha por su identidad.
La comuna de Santa Clara de san Millán se ubica en las laderas del macizo montañoso del Pichincha desde hace más de 100 años.
Tradicionalmente la zona se caracterizaba por su vocación agrícola, además, por ser el sitio que proveía de ladrillos y tejuelos a la ciudad. A pesar de que ese oficio dejó de existir hace más de 25 años, aún quedan ciertos rezagos de la actividad, pues en la parte más alta de la zona se hallan 2 de los últimos hornos de ladrillo.
En cuanto a las actividades agrícolas, únicamente pocas familias labran la tierra, pues otras decidieron migrar o vender sus terrenos a personas que no pertenecían a la comunidad, a pesar de existir una prohibición para esto.
De hecho, la venta de la tierra es un problema que enfrentan las comunas del Distrito. “Tenemos una escritura única en la comuna, pero a pesar de ello, los pobladores venden sus tierras y el cabildo comunal no puede hacer nada; ahora somos 2 mil habitantes y gran parte de ellos no son comuneros”, comentó Asencio Chalco, presidente del cabildo.
Chalco también mencionó que uno de los factores para que la comuna de Santa Clara pierda su identidad organizativa fue la construcción de la av. Mariscal Sucre, en la década de 1970, pues dividió al territorio.
Ana Rodríguez, exdirectora de la Fundación Museos de la Ciudad, comentó que la identidad de las comunas ha ido desaparecido y que hoy la actividad comunal es muy poca. Añadió que en esos territorios existía un carácter ancestral muy fuerte que añadía un valor simbólico a la relación campo-ciudad.
“El sentido del territorio tiene un valor que va más allá del mismo, pues se encuentra en el valor de las plantas, de su geografía y de todas sus simbologías culturales”, comentó Rodríguez.
Además, indicó que el mayor problema que tienen las comunas se relacionan con la venta de la tierra que, según Rodríguez, no es un problema propio de las comunas sino generado desde la ciudad por la presión inmobiliaria.
“Lo que era la presión hacendataria del siglo XIX sobre las comunidades indígenas con respecto a la productividad de las haciendas de Pifo, Puembo, Yaruquí, es hoy la presión inmobiliaria en los valles de alta plusvalía (...). El conflicto de las comunas urbanas es que por estar dentro de la ciudad quieren tener los mismos servicios de un barrio y entonces, hay tensión porque hasta qué punto regularizan su territorio como barrio”, sentenció.
Datos
Una de las características de las comunas del Distrito ha sido la agricultura. Hoy, pocos moradores de esos sectores se dedican a dicha práctica.
En las Administraciones zonales de Tumbaco y el valles de Los Chillos se registra el mayor número de comunas, seguidas por la Eugenio Espejo, en el norte de la ciudad.
A mediados de los años 30 del siglo anterior se emitió la primera ley de comunas en el Ecuador.
En general, las comunas tienen su propia estructura jurídica conformada por un cabildo y un síndico, que es la persona que vela por el bienestar de la población.
La mayor parte de comunas se encuentran en las parroquia rurales.