El manejo de un negocio personal requiere de una buena dosis de sacrificio

Muy temprano Rosalía Sotambo empieza su rutina diaria que se caracteriza por atender a sus vecinos y clientes con mucha amabilidad.

‘Víveres El Rosal’ es el nombre de la tienda donde labora con paciencia, dedicación y cariño.
Rosalía contó que el negocio le permite solventar sus gastos en alimentación y estudios. Su dueña cree que no está en un sitio muy comercial, pero las ventas pueden superar los $ 300 semanales.

A pesar de que ocupa un local estrecho, en la tienda se puede encontrar desde pan para el desayuno hasta bocaditos para una fiesta.

La mujer dijo que uno de los problemas que tienen este tipo de sitios es la dificultad para obtener los permisos por primera vez.

Belén Quispi, dueña de una verdulería, aseguró sobre esto que “es un poco complicado pues se debe conseguir el permiso municipal y renovarlo cada año”.

Por otra parte, los negocios que abren hasta la noche tienen peligros de seguridad. Esto lo confirmó Raquel Ulloa, dueña de un local de hamburguesas, quien señaló que ha sido “atacada en varias ocasiones por asaltantes y borrachos que buscan dinero o atención gratis”.

Este tipo de actividad significa, también, perderse fines de semana y feriados para no dejar de vender.
Sin embargo, tras una jornada agotadora, no hay nada como la sonrisa de un cliente satisfecho.