La primera organización quiteña de tipo deportivo fue del sector de chimbacalle, creada en 1932
El deporte barrial en Quito agrupa a 7.600 clubes y 350 ligas (Infografía)
El ritual de cada fin de semana es infaltable en Quito desde hace 82 años. Las canchas de tierra o de hierba, con medidas reglamentarias o sin estas, se convierten en el centro de los barrios de la ciudad.
Marco Collaguazo, presidente de la Federación de Ligas Barriales de Quito, describe a la actividad como un “patrimonio intangible”. Tanto en organización, como en puesta en escena, el balompié barrial acoge un sinnúmero de cualidades que lo convierten en eje social y deportivo quiteño. El directivo calcula que cada fin de semana unos 200 mil futbolistas se toman las canchas para demostrar sus facultades o simplemente para divertirse y jugar.
Chimbacalle (centro-sur) alojó la que es considerada como la primera liga barrial de la ciudad. Quienes la conforman en la actualidad señalan que incluso es la primera formación de esas características en el país.
No hubo tanta distancia temporal entre la llegada del fútbol a la capital y la conformación de la Central Obrera de Chimbacalle, como se conoció a la liga.
En 1912 llegó con el tren el ‘Rey de los Deportes’ desde la Costa y en Quito se empezó a practicar en las calles, en las explanadas o donde había un espacio para que ruede el balón. Mientras que el 10 de agosto de 1932 se fundó el Gremio Obrero Deportivo de Chimbacalle, que después pasaría a llamarse Central Obrera Deportiva de Chimbacalle, nombre que mantiene hasta la actualidad.
La estación del ferrocarril fue la ‘culpable’ de recibir el fútbol en el barrio, pues llegaban los viajeros con las novedades y una era el balompié. Obreros ferroviarios y de las fábricas asentadas en las cercanías de la estación empezaron a practicarlo de forma espontánea.
Entre 1928 y 1930 se estima que jugaban equipos integrados por trabajadores de la zona y como se hicieron populares se conformó una entidad que organizara los encuentros. Así se formó la liga barrial pionera en la capital, que tenía como escenario una cancha ubicada donde hoy es la calle Alpahuasi.
El éxito de las ligas radica en su organización pues, desde la década del 30 ya se empezó una planificación que mejoró su estructura con el transcurso de los años. De la misma forma, el ordenamiento de la ciudad permitió que aumentaran los lugares de esparcimiento y el número de ligas barriales que, en la actualidad, suman 350, con unos 7.600 clubes inscritos.
Víctor Salgado relata en su libro ‘Chimbacalle, con alma de ferrocarril’ la historia deportiva de la primera liga barrial en ese lugar tradicional de Quito. Él considera que el fútbol barrial en la capital se constituyó en la base fundamental del deporte, no solo en la ciudad, sino también en el país.
“Los jóvenes iniciaban su actividad deportiva en lo que tenían a mano. Allí se descubrían y surgían talentos, que luego podían desembocar en el fútbol profesional. Ahora es distinto, porque existen escuelas de fútbol especializadas; pero antes era así. Si alguien nuevo llegaba al barrio, lo primero que le preguntaban era si sabía jugar fútbol”, relató Salgado.
Pero si bien eso ha cambiado, lo que se ha mantenido y ha crecido es la cantidad de gente que el fenómeno moviliza cada fin de semana. Según la Dirección Metropolitana de Deportes, entre sábado y domingo se realizan unos 3.000 partidos en diversas categorías.
Las barriales, como son llamadas, también son inclusivas porque acogen a niños, jóvenes y adultos de ambos sexos. Todos tienen su espacio para entrar a la cancha.
Las ligas barriales no solo significan un espacio para el deporte. También representan un fenómeno social, al ser un lugar de encuentro de familias, amigos y vecinos que se concentran en los graderíos.
El deporte barrial se maneja sin fines de lucro. Quienes hoy están al frente de las federaciones o asociaciones barriales, en algún momento fueron jugadores, técnicos improvisados, tesoreros, secretarios y presidentes.
“Existe una enorme vocación que yo considero propia de los ecuatorianos, de organización, de formar grupos para afrontar necesidades. El objetivo siempre ha sido fomentar, masificar y diversificar el deporte entre los miembros de la comunidad”, comentó Juan Morejón, presidente de la Liga Quito Norte, que hace 2 años transformó su cancha de tierra a una de césped sintético, que incluso cuenta con iluminación.
Hay situaciones de planificación más pequeñas que las de organizar un torneo o tener a cargo a cientos de futbolistas. Y cada club tiene su propia organización, que va desde elegir un uniforme hasta convocar a los jugadores, y mantener un estricto control de los amonestados o suspendidos.
Si se juegan en promedio 3.000 partidos un fin de semana, ¿cuántos goles se anotarán en esa cantidad de cotejos? Quito se convierte entonces, en algunos casos desde los viernes, en una ciudad que grita ‘gol’ y que se une en torno a la figura del balón.