Son las 18:00 y la calle José María Alemán, más conocida como la “J”, en el barrio   Solanda, en el sur de Quito, empieza a llenarse de gente que acude a los cerca de 300 locales comerciales que se ubican en el lugar. Así mismo, en las esquinas empiezan a montarse improvisados puestos en los que los comerciantes autónomos ofrecen ropa, frutas, verduras, plásticos, entre otros.   

Según Carmen Pazmiño, quien vive en la zona desde hace 14 años, el comercio formal e informal es parte de la identidad de la vía: “es que de alguna forma deben buscar la manera de ganarse el dinero, yo prefiero que se pongan los vendedores a que se incremente la delincuencia”.

En 2011 el Cabildo decidió rehabilitar la zona construyendo un bulevar con el objetivo de mejorar la imagen, un proceso que continúa y que se espera que culmine este año.

Alrededor de unos 20 comerciantes informales se ubican todas las noches en el sector, lo que a decir de Karina Caicedo, quien trabaja en un local de ropa, perjudica sus ventas: “la gente a veces prefiere comprarles a ellos porque sus precios son más asequibles, pero es que ellos no pagan arriendo ni servicios básicos. Al menos en este mes sí hay pérdidas de un 30%”.

Para Fabián Rosas, director metropolitano de Instrucción de la Agencia de Control del Municipio de Quito, es necesario comprender que en el sector sur de la ciudad el proceso de regulación del comercio informal continúa y se espera que culmine este año.
Una vez que los vendedores informales se legalicen se podrá iniciar con los operativos a través del comisario del sector.

La configuración del bulevar de la “J” es especial. A lo largo de los 1,2 kilómetros en ambos lados de la vía hay casas que no superan los tres pisos y que albergan todo tipo de negocios, como discotecas, karaokes, tercenas, bazares, peluquerías, restaurantes o tiendas de mascotas.

Fernando Panchi, quien arrienda el segundo piso de una casa y lo adecuó como un bar-karaoke, sostuvo que pese a que en las otras dos plantas de la vivienda también hay una distribuidora de pollos y una oficina de medicina ancestral, su local cumple con todas las condiciones de seguridad.

“El local pasó por una inspección del Cuerpo de Bomberos, ellos comprobaron que cumplimos con los requisitos y constataron que tenemos puertas amplias, pulsadores de seguridad, extintores. Incluso adecuamos la acústica del lugar, pues en medio de las paredes hay una franja de espuma flex que impide que el ruido pase a las viviendas cercanas”, indicó el ciudadano.  

Al respecto, Rosas explicó que en 2012 se realizaron 45 inspecciones a los centros de diversión y que el Comisario de Construcciones de la Administración Zonal Eloy Alfaro hizo informes en los que se determinó que el uso de suelo del barrio en mención, así como de la calle Michelana, en la ciudadela Atahualpa, es apto para negocios tipo 2, es decir, centros de diversión nocturna.

Del mismo modo, la ordenanza municipal 308, expedida en marzo de 2010, que se refiere a la obtención de la Licencia Única de Funcionamiento (LUAE) establece varios aspectos que deben ser cumplidos dependiendo de la actividad comercial del negocio, entre los que destaca que en el tema de uso de suelo, los lugares en los que se ubique el local deben contar con un Plan de Uso y ocupación.

Por otro lado, los negocios ubicados en la categoría 2 deben cumplir además con una inspección técnica del Cuerpo de Bomberos y de no pasarla deberán pagar multas que llegan hasta los 5.000 dólares.

Asimismo, las autoridades municipales que detecten que un local no cuenta con  el permiso del Cuerpo de Bomberos podrán denunciar el hecho a los jueces de contravención por no cumplir con la Ley de Defensa Contraincedios, un delito que se sanciona con prisión. “Si la casa presta las condiciones necesarias podría albergar varios negocios, pero antes se debe hacer una inspección al predio”, reiteró el director de la Agencia de Control.