El CMT lleva 49 años creando navidades dignas
“Antes de venir al Centro del Muchacho Trabajador (CMT) vivía en el campo. Todavía era pequeño y con mi papá cortábamos caña y plátano. Pero luego mi mamá se separó de él y nos trajo a vivir a Quito”, relató Víctor, quien asiste al CMT desde que tiene 8 años, por lo que el lugar se ha convertido prácticamente en su hogar y en el sitio que labora y obtiene ingresos.
Para este joven, de 23 años, el centro le cambió la vida porque gracias a los conocimientos que adquirió allí se convirtió en el hombre de provecho que es hoy.
“Cuando voy de vacaciones al campo y veo a mis amigos que todavía viven allá, no me agrada su situación porque veo que su vida sigue siendo muy dura en comparación con la mía”, afirmó Víctor.
El trabajo que realiza en estos días le parece fácil y divertido. Lo entretiene la fabricación de juguetes de madera, los cuales forman parte de los productos que el Centro del Muchacho Trabajador ha puesto a la venta con motivo de la época navideña.
El CMT se maneja bajo los preceptos inculcados hace 49 años por su fundador, el religioso jesuita Juan Halligan. Allí, los niños y niñas que se integran reciben educación, alimentación; y en los dos últimos años, como parte de sus prácticas preprofesionales, son capacitados gratuitamente en diferentes oficios, tales como carpintería fina, metalmecánica, instalaciones sanitarias, corte y confección, panadería y pastelería.
Se ha implementado un área comercial con el objetivo de exhibir los productos elaborados, venderlos y obtener ingresos para solventar los gastos del CMT.
Aproximadamente, hace un año reciben el apoyo de 14 empresas y entidades, como la Asociación de Ganaderos de Sierra y Oriente (AGSO), Franz Viegener y Promotora Inmobiliaria Andina Prinansa. Estas promueven la producción en serie con calidad de los productos para que se facilite su comercialización. Además, ofrecen trabajo a los jóvenes cuando terminan su instrucción.
“Las siete unidades de negocio apuntalan la autogestión para que el centro pueda cumplir con su objetivo de nutrir y educar a los menores que asisten y a familias necesitadas”, explicó Fidel Tinajero, director administrativo de Producción del CMT.
El centro prepara a los jóvenes profesionalmente
La actual Constitución establece en su artículo 45 que “las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la salud integral y nutrición; a la educación y cultura, al deporte y recreación; a la seguridad”.
Por ello, el CMT aclara que no promueve el trabajo juvenil sino que ayuda a los adolescentes a adquirir un oficio con el fin de erradicar la pobreza. Según Tinajero, al prepararse pueden ingresar al mercado laboral como empleados o a través de su propio negocio.
Las familias que tienen interés de formar parte tienen que aplicar. El ser calificadas depende del lugar en donde viven y el número de integrantes. Esto permite determinar si tienen la capacidad de salir de la pobreza por sus propios medios.
El espacio ofrece educación inicial, primaria, técnica y capacitación para adultos que no han tenido acceso a instrucción y los capacita en algún oficio. “Llevo casi 10 años en el centro y he tenido una experiencia muy buena porque me han enseñado el valor del trabajo y, además, me educo en lenguaje, matemáticas y contabilidad”, contó sobre su experiencia Rubén.
El CMT cuenta con el apoyo de voluntarios extranjeros provenientes de EE.UU., Alemania y Australia. Además, de los familiares de los miembros que , por ejemplo, ayudan a bañar a los niños más pequeños, a servir la comida, etc.
En el futuro, en asociación con el Instituto Radiofónico Fe y Alegría, se planifica un bachillerato para los beneficiarios que estén interesados en concluir sus estudios.
Como mensaje, el director administrativo de Producción invitó a dar una mano a esta iniciativa que nació con “el único fin de romper con el círculo de pobreza, porque siempre hay alguien que necesita una mano”.