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El cine infantil se toma uno de los más antiguos mercados

Las funciones de cine que se realizan en el Mercado de San Roque los fines de semana, son parte de las actividades que impulsa la Fundación Museos de la Ciudad, con el fin de mejorar las condiciones de vida de los niños. Foto: Miguel Jiménez/ el telégrafo
Las funciones de cine que se realizan en el Mercado de San Roque los fines de semana, son parte de las actividades que impulsa la Fundación Museos de la Ciudad, con el fin de mejorar las condiciones de vida de los niños. Foto: Miguel Jiménez/ el telégrafo
20 de abril de 2014 - 00:00

‘Joel’ (9 años ) acompañó el 13 de abril pasado, como hace casi todos los domingos, a su abuela María Cabezas (69) al puesto de comida ecuatoriana que la mujer tiene desde hace casi 40 años en el mercado de San Roque, ubicado en el Centro Histórico.

Al pequeño, de oscuro pelo lacio, parecía gustarle el intenso movimiento del lugar, pues sus ojos negros parecían no perderse detalle del paso de los clientes y cuando un potencial comprador hacía alguna pregunta a ‘mamá María’ sobre el contenido del menú o el precio, no despegaba la vista de la persona en cuestión.

De cuando en cuando atendía al requerimiento de su abuela materna y ensayaba el oficio de mesero. Su labor consistía en pasar cubiertos a los comensales acomodados en alguna de las mesas que corresponden al puesto de venta de María; mientras esta colocaba frente a sus clientes humeantes platos llenos de caldo gallina y adornados con abundante picadillo de cebolla y cilantro.

De pronto, alrededor de las 11:00, al darse cuenta de la hora, ‘Joel’ abandonó todo lo relacionado con la actividad del mercado, se despidió apresuradamente de María y corrió para encontrarse a unos metros de la sala comunal, ubicada en el segundo nivel del edificio, con ‘Joselín’, un amigo suyo e hijo de otra de las comerciantes del lugar de abasto.

Se saludaron familiarmente con la mano y entraron corriendo al sitio como si hubieran esperado mucho tiempo por algo que iba a ocurrir y que para ellos resultaba ser muy importante.

Adentro del lugar, acomodados sobre sillas de plástico, se encontraban un par de docenas de chiquillos semejantes a ellos, que no dejaban de hablar sobre lo que se aproximaba.  
“Ojalá sea una de luchas”, comentó un pequeño de unos 8 años,  con el cabello rapado a ‘cero’ y que no se movía de su asiento.

Los niños se aprestaban a espectar una película como parte de CineQ, un proyecto impulsado por la Fundación Museos de la Ciudad desde el año 2013.

A través del programa, la Fundación desarrolla una programación específica para niños denominada ‘Guaguas’, la cual está destinada a pequeños de edades comprendidas entre los 5 y 12 años.

La cartelera de ‘Guaguas’ está conformada por cintas de distinta procedencia y con cuyos contenidos se busca contribuir al desarrollo de la capacidad de innovar, analizar y crear de los menores.

Las proyecciones infantiles de CineQ se realizan regularmente en los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) de los barrios La Roldós, Calderón, Carcelén y en el Mercado San Roque; este último es considerado un espacio prioritario, porque en él se busca la participación de niños y niñas que acompañan a padres u otros familiares en sus jornadas laborales.

El pasado domingo, ‘Joel’, ‘Joselín’ y los demás pequeños del mercado, asistieron a la proyección de Manuelita, un filme argentino de dibujos animados que trata sobre el viaje de una tortuga a París.
Al inicio, las aventuras de la simpática quelonio atraparon a todos, que en silencio y con atención observaban las peripecias que se desarrollaban en la pantalla.

No obstante, con el pasar del tiempo los más pequeños salían de la sala en ocasiones, jugueteaban unos momentos afuera y volvían a entrar al improvisado cine.

Pero los de mayor edad seguían la historia y de cuando en cuando, sus rostros se iluminaban con sonrisas ante las hazañas que desplegaba durante su periplo la heroica protagonista.

Al concluir la cinta, voluntarios del proyecto CineQ realizaron varias actividades lúdicas a manera de cine-foro, encaminadas a que los participantes compartieran comentarios y opiniones sobre lo que acababan de mirar.

“Este espacio nació precisamente para los niños del mercado de San Roque, pues por la condiciones en las que viven y trabajan sus padres, no pueden realizar actividades como ir al cine y, por ello, queremos acércales a esa sensibilidad que produce este arte”, aseguró Stephen Bruque, uno de los responsables.

Cerca de las 13:00, todo terminó y los niños empezaron a desocupar la sala de uso múltiple.
Afuera, María esperaba a ‘Joel’, al reencontrarse lo tomó de la mano y con un caminar lento y lleno de comentarios sobre la película, bajaron al primer piso.

“Que nuestros   niños  tengan estos espacios es bueno, porque aprenden más, no tienen que trabajar y, sobre todo, se divierten sanamente”, comentó la orgullosa y complacida abuela.
Galo Guachamin, presidente de la Asociación del Nuevo Mercado de San Roque, indicó que los fines de semana hay una gran cantidad de niños en el mercado y que uno de los objetivos de las funciones es alejarlos de un trabajo que no les corresponde realizar.

Y con ese mismo objetivo, Guachamín señaló que considera necesario que los sábados y domingos haya más actividades para los niños que acuden al lugar.

Un mercado histórico

El centro de abasto nació en la década de 1950, aunque en aquella época funcionaba más bien al estilo de una feria libre.
Jacinto Rivadeneira (78), exmorador del barrio, comentó que ya desde su niñez, el sitio se convirtió en un punto de encuentro de comerciantes.

“Antes de que exista la plataforma de cemento en San Roque, ahí había una cancha de tierra y en ese lugar los comerciantes extendían un poncho o una estera y colocaban sus productos sobre ellos para venderlos. Algunos eran vecinos de la zona, mientras otros venían de otros lugares”, afirmó con nostalgia el ciudadano.

La estructura de hormigón que existe en la actualidad fue construida a inicios de los años 70 del siglo pasado.
En el libro Insumisa Vecindad, del historiador Manuel Espinosa Apolo, se indica que en la época de la Colonia, los sectores de San Roque y San Francisco estaban constituidos por huertos y pequeños mercados que servían como centros de abastecimiento de los primeros barrios de Quito. Históricamente, San Roque se ha constituido como un punto de comercio.

Con el paso del tiempo, la realidad agrícola fue transformándose y desapareciendo ante el desarrollo urbano, pero la esencia mercantil de la zona se mantiene casi sin ninguna modificación.

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