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El barista construye arte con una taza de café

Foto: Álvaro Pérez
Foto: Álvaro Pérez
18 de abril de 2014 - 00:00

Ser barista para los cultores del café en el Ecuador no es solo apostarse frente a la máquina cafetera y esperar que salga una buena bebida, sino que es todo un arte.

Para Jonathan Ramírez (21 años), ser barista no es un oficio, sino que es un estilo de vida. Por ello, define a su profesión como " buscar la perfección en cada cosa que uno hace, eso se convierte en algo hermoso”.

Ramírez descubrió su amor por el café en la Academia de Baristas de Isveglio, que funciona en Quito, y es la primera Red de Baristas del Ecuador. Con destreza y agilidad elabora macchiatos (expreso con leche espumada), además de capuchinos, americanos e italianos, para los ansiosos espectadores.

Frente a la máquina cafetera estuvo el miércoles Olger Rogel, quien tiene una plantación en Nanegal en donde cultiva el café "Perla negra", que es uno de los más conocidos en el país. Rogel no quiso perderse detalles de la preparación de la bebida. Atento observó cada detalle.

La demostración de Ramírez se realizó durante el conversatorio “Experiencias del barismo. Cómo preparar un buen café en casa”, que organizó la Agencia Metropolitana de Promoción Económica (Conquito).

“Ya queremos café”, dijo riendo Edgar León, chef de cocina ecuatoriana y propietario del restaurante El Estragón, quien quería ya probar una taza de café.

Ramirez preparó un café "Vélez". El aroma del café lojano de tueste medio afinó el olfato de los espectadores, quienes se acercaron para ver cómo Ramírez utilizaba la lanceta de la cafetera para vaporizar la leche. Su sonido armonizó la conversación de los panelistas.

Ramírez es experto en el "arte latte", que es el oficio de crear diseños en la superficie del café. Dibujó caballos de mar y hojas con gran detalle sobre el café, utilizando la leche vaporizada.

Mientras él hacía la demostración, los panelistas seguían conversando sobre las cualidades de un buen barista y de la cultura del café.

El panelista David Miño, fundador de la escuela de Barismo Isveglio, describió el tomar café cómo "una experiencia" y al barista cómo "el responsable de prepararlo bien y entender lo que está sirviendo".

“A nosotros el café nos llega en grano, no es cómo el vino que lo abrimos y lo degustamos. Nosotros somos la última parte del eslabón”, dijo Miño.

Añadió que el Ecuador es la “Disneylandia del café” por sus variedades y que a los ecuatorianos les falta apreciar lo que tienen.

Cuando le preguntan cual es el mejor café, Miño responde: “no existe el mejor café, existen distintos paladares” y espera siempre “crear cultura en cada taza”.

Isabel Pallares, copropietaria y fundadora de Café Vélez, recordó a los asistentes no olvidar la dedicación y el cariño del productor quien, para ella, es parte “crucial en la cadena del café” y el que más esfuerzo realiza.

Los asistentes degustaron lentamente el café servido por Ramírez.

“Es algo absorbente, cómo las arenas movedizas. No me visualizo en un futuro sin que el café esté dentro de mi vida”, dijo él.

El conversatorio fue parte de la iniciativa “Café de Quito” dentro del Proyecto de Cadenas Productivas de Conquito.

El objetivo es fortalecer el desarrollo económico dentro de las parroquias cafetaleras de Pacto, Gualea, Nanegal y Nanegalito.

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