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En los buses urbanos de quito aún se observa exceso de velocidad e irrespeto a las paradas

El 76% de los quiteños usa medios masivos para movilizarse

El 76% de los quiteños usa medios masivos para movilizarse
02 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

Verónica Novillo forma parte de los aproximadamente 1,3 millones de habitantes de Quito que utilizan transporte público para movilizarse diariamente en la ciudad.

La ilusión de tener vivienda propia la llevó, el año pasado, a trasladarse de la ciudadela Yaguachi (al inicio del sur quiteño) a la urbanización Terranova (extremo sur).

El cambio le significó un incremento del tiempo y el dinero que destinan ella y los 7 miembros de su familia para desplazarse y cumplir  sus actividades cotidianas.

“Antes, por ejemplo, yo llegaba a pie a mi trabajo (en el sector Los Dos Puentes) y como mis hijos estudian en escuelas y planteles cercanos, no necesitaban tomar un bus. A lo sumo quien lo hacía era mi hijo que estudia en el colegio Montúfar”, relató la mujer.

Ahora a los miembros del núcleo familiar les toma entre hora y media y 2 horas trasladarse hacia sus destinos e igual tiempo retornar al hogar (entre Guamaní y Cutuglahua). En total, cada uno se toma 3 horas diarias, como mínimo, para movilizarse.

Novillo señaló que la primera razón del tiempo de desplazamiento es la distancia. La principal serían las deficiencias del sector de la transportación. Se estima, según el Cabildo, que el 76% de los quiteños usa el transporte masivo.

Verónica y su familia usan los servicios de la operadora del sector Cutuglahua. “Vivimos cerca de la última parada en nuestro barrio -dijo-. Eso es una ventaja en las mañanas, porque vamos sentados; en las tardes, en cambio, es difícil subirse a un bus, porque pasan repletos por donde los esperamos. Al principio del día, en cambio,  aguardamos que llegue un bus, pues son pocos los que van al barrio”.

La ciudadana apuntó que a ello se suma el problema del tráfico que, conforme se acercan hacia el centro de la ciudad y avanza el día, se vuelve más denso. Al anochecer, casi siempre son atrapados por la cantidad de vehículos que retornan.

Esta situación obliga a la obrera y a 3 de sus hijos a levantarse a las 04:00 para, por turnos, asearse, desayunar y vestirse para salir.

El objetivo es estar en la parada a las 05:30 para, con suerte, abordar la primera unidad. Si esta demora, la alternativa sería tomar un taxirruta hasta la Panamericana. Sin embargo, aquello está fuera de su rango de gasto.

 Una situación similar la vive todos los días Miryam Gavilanes, una colega de Verónica. La muchacha (24 años) vive en Cutuglahua y aseguró que le toma 2 horas o más ir a su trabajo y regresar de este.  

Lo primero que hace es caminar de 15 a 20 minutos desde su casa hasta la Panamericana. “Podría tomar una buseta o un automóvil (taxirruta) que suben hasta donde yo vivo, pero nadie los controla y cobran $ 1,25 por persona”, señaló.

Gavilanes dijo que para ella ya es bastante pagar 3 pasajes diarios ($ 0,75, en total). Los 2 primeros corresponden a la unidad que la traslada de Cutuglahua a El Recreo; allí opta por bajarse y tomar otro bus que la aproxime a su trabajo.

A su retorno, en cambio, coge en el sector Los Dos Puentes un bus que la lleva hasta el ingreso del barrio en que vive y, de allí, camina de 20 minutos a media hora hasta su casa (la caminata le toma más que en la mañana, porque la ruta es ascendente).

Para Rubén Casco, la situación es parecida. Él sale todos los días de su vivienda en el sector El Condado hasta su trabajo en el Centro Histórico de la ciudad.

Casco tiene calculado que llegar hasta su sitio de labor y regresar a su casa le significa normalmente unas 3 horas. “Los buses pasan llenos y el tráfico es terrible”, afirmó.

José Ormaza, conductor de buses   hace 15 años, reconoció que la transportación pública en manos privadas tiene problemas. El hombre atribuyó la existencia de estos a la desorganización con  la que se administra el sistema en la actualidad.

“Uno tiene que cumplir con una cuota diaria de dinero que impone el dueño de la unidad (no reveló la cifra). Aparte debe sacar para combustible, alimentación (suya y del cobrador oficial), pago al ayudante que  cobra los pasajes en (las horas pico de) la mañana; además de alguna emergencia, como que se baje una llanta o algo. Además, no estamos asegurados”.

Por ello, afirmó,  los conductores se ven obligados a competir entre sí para ganar pasajeros. Y este sería el origen de los defectos que muestran los choferes profesionales al manejar: exceso de velocidad, rebasamientos indebidos, irrespeto de las paradas, de las señales de tránsito, exceso de pasajeros y maltrato al usuario.

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