El 11% de habitantes de la capital participa en alguna forma de organización ciudadana

En las inmediaciones del parque Cochas Azules, en Chimbacalle (al sur de la ciudad), meses atrás se reunieron varios vecinos del lugar.

Esperaban la visita del alcalde Mauricio Rodas, quien se preveía que constataría las malas condiciones en las que se encontraba dicho espacio verde.

La mayoría de vecinos pertenecía a la tercera edad; aguardaron más de 30 minutos, pero el Alcalde no llegó. Sus rostros lucían tristes porque no sabían cuándo el parque volvería a ser un sitio seguro y familiar. “Esto es falta de organización”, dijo una voz, “este barrio no tiene un representante que luche por nosotros. La presidenta no trabaja por mejorar las condiciones del barrio”, eran otros comentarios que surgían entre los vecinos.

Poco a poco el grupo se fue disolviendo; unos pocos se quedaron observando el lugar, recordando quizá, como el parque era parte de su convivencia décadas atrás.
Según los mismos moradores del sector, las autoridades barriales no trabajan por el sector, su presidenta lleva en el cargo aproximadamente 9 años, sin contar con la apatía de los vecinos por la participación y organización barrial.

Una situación parecida se vive en el barrio La Cima de la Libertad, ubicada en al centro-sur de la ciudad. Uno de los temas pendientes del barrio es su regularización, que lleva en trámite desde hace más de 7 años.

Luis Rivas, expresidente del barrio, comentó que uno de los motivos para haber entregado su cargo fue la poca participación de sus vecinos y la migración de algunos otros. Rivas comentó que en el tema de legalización nadie ha puesto interés, incluso algunos moradores han realizado los trámites de manera individual.

No obstante, La Libertad (compuesta por 14 barrios) ha formado un cabildo y desde esa instancia se ha logrado la consolidación de varios proyectos para el sector.

La participación política en la ciudad es baja, pues según un estudio realizado el año pasado por el colectivo En Quito Vivo, el 80% de los quiteños no participa ni siquiera en la organización de edificios condominios o barrios.

Francisco Zabala, presidente de la Federación de Barrios de Quito, explicó que la gente ya no se organiza como antes.

Una causa de esta apatía de participación ciudadana, según el dirigente, es que no existe una respuesta oportuna por parte de las autoridades locales ante sus necesidades y demandas. 

En la calle Miller del barrio Santa Ana del sur existe un problema causado por una fábrica farmacéutica, cuyos camiones se estacionan en el parque de la zona.

Alejandra Castillo, moradora del lugar, afirmó que la mayoría de vecinos del sector prefiere no involucrarse en la búsqueda de soluciones de esa y otras problemáticas de la zona puesto que hace más de una década el sector no cuenta con autoridades barriales. 

Leonardo Zaldumbide, sociólogo y vocero del colectivo Gescultura, cree que la participación ciudadana en los barrios de Quito depende de varias aristas, entre ellas, la capacidad de convocatoria, la planificación de proyectos y la plasmación de estos en la realidad.

“Si tú le preguntas a una persona si participa en su barrio o condominio, la primera respuesta será que ‘no’. Pero todo depende de la manera de cómo se les ofrezca a los ciudadanos los proyectos. La participación depende de no mostrarla como abstracta o lejana, sino práctica, pues todos los grupos sociales tienen los mismos intereses (...).

La ciudad tiene características conflictivas y los problemas ciudadanos se resuelven con base en el diálogo, pero dentro de un escenario en el que existen problemas. La participación tiene sentido cuando los grupos están interactuando, tiene procesos de generación de oportunidades de participación”, comentó Zaldumbide.

Con respecto a la falta de autoridades o de líderes barriales, el sociólogo comentó que en esos espacios existen pros y contras y que incluso los mismos líderes barriales suelen generar problemas. Enfatizó que parte de la generación de líderes barriales tiene que ver con los espacios de participación que se dé a toda la comunidad.

Un ejemplo de participación directa se encuentra en las comunas que rodean al Distrito, cuya organización política deriva en la creación de cabildos, cuyos representantes trabajan de manera conjunta con los integrantes de esos territorios.

Así ocurre, por ejemplo, en la comuna Lumbisí (oriente), cuyo cabildo es elegido cada 4 años. Cada martes, los representantes del lugar se reúnen con los pobladores y discuten, aprueban o postulan los programas para solventar las necesidades del sector. De ahí que las mingas o la preparación de sus fiestas tradicionales sean un trabajo cotidiano y participativo de la gente.

No obstante, su presidente José Quishpe asegura que el nivel de participación ha bajado debido a factores como migración y edad.

El estudio describe que la participación social en general apenas es del 11% y a nivel barrial llega al 2%. Es así que existe un nivel de participación, pero la ciudadanía deja las decisiones territoriales y comunitarias a instancias como el Municipio, pues el 15% de los ciudadanos cree que esta institución es la que debe mejorar sus condiciones de vida.