El Personaje / Edwin Salazar, Tanatopráctico de la Sociedad Funeraria Nacional
Edwin maneja con respeto y arte los cuerpos que llegan a él
Edwin Salazar trata de no involucrarse con los cuerpos que arregla o incinera en la Sociedad Funeraria Nacional (SFN), entidad en la que trabaja desde hace 8 años.
Una de sus técnicas es evitar mirarlos directamente, sino de soslayo mientras interviene en ellos.
No lo hace por superstición, sino por una cuestión de profesionalismo.
Tampoco por temor, pues durante su experiencia de alrededor de un lustro como tanatopráctico no ha vivido nada extraño.
Tampoco recuerda una anécdota particular que le haya sucedido.
Algo que -comenta- no puede decir su esposa, quien hasta hoy se arrepiente de haber intentado ayudarlo en la intervención de un cuerpo hace 3 años.
“Se trataba de una muchacha que se había ahorcado. Cuando esto ocurre, los músculos y tendones se contraen”.
La esposa de Salazar trataba de quitarle rigidez al cadáver, pero en un descuido, una de las manos se contrajo y atrapó la extremidad de quien desde hace 3 años es su pareja. “Terminó sobre una de las mesas”, comenta con una sonrisa.
La tanatopraxia no ha estado siempre con Edwin.
Antes de trabajar en la SFN, estudiaba mecánica industrial, una actividad que considera solo aplazada.
Ingresó a la entidad como personal de limpieza, pasó a conducir las carrozas fúnebres y, poco a poco, se involucró con su actual actividad.
Dice que buscaba una experiencia nueva y, ayudando, le empezó a gustar la práctica.
Considera a lo que hace como un arte y un servicio para la gente. (I)