Cultura Viva visibiliza el quehacer de los barrios capitalinos
Desde hace dos meses, el proyecto Cultura Viva se aplica en los 40 centros de desarrollo comunitario (CDC) repartidos en la ciudad. El objetivo es visibilizar la cultura que existe en esas zonas.
También se busca que vecinos y vecinas de los barrios quiteños tengan un mayor acceso a producciones y expresiones artísticas y culturales a través de la participación, el diálogo, la formación y el disfrute.
María Fernanda Riofrío, directora del proyecto, comentó en una entrevista a una radio local que con el establecimiento de Cultura Viva “se intenta visibilizar los esfuerzos culturales y su producción para, de esa manera, exhibirla y potenciarla”.
La mitad de los CDC están ubicados en las parroquias rurales del distrito, tales como Puembo, Yaruquí, Amaguaña, Guangopolo, Alangasí, San José de Conocoto, Chavezpamba y en la ex sede de la Guambrateca.
Estos espacios fueron creados desde hace dos años con la visión de ser “espacios de encuentro” entre los propios vecinos. Riofrío explicó que antes los moradores de los barrios no se conocían entre sí, pero que ahora, al compartir múltiples actividades en esos sitios, las personas han podido reconocerse y debatir sobre el ideal de la localidad en la que desean vivir.
En marzo pasado se inauguró el CDC más grande de la ciudad, ubicado en el barrio Jaime Roldós, en el noroccidente de la urbe. Este lugar cuenta con una sala de cine en tercera dimensión, áreas para capacitación en informática, manualidades, baile, teatro y biblioteca. Todo con acceso gratuito.
Los vecinos de la zona han visto que, desde la apertura del centro, su rutina ha cambiado. Digna Maldonado, quien vive hace 22 años en el área, afirmó que se puede decir que el Buen Vivir llegó a su barrio con la construcción del espacio.
El mismo criterio es compartido por la directora de Cultura Viva, quien dijo que las dinámicas barriales han cambiado a raíz de la apertura de los sitios. Por ejemplo, la proyección de cine documental en ese sector capitalino tuvo una masiva acogida, y quienes visitaron la sala de cine no fueron los “intelectuales”, sino los vecinos.
“Otro de los objetivos es que la cultura de élite vaya a los barrios y que sus productores se enteren de qué está pasando en los barrios y que quienes generan cultura en los barrios salgan a estas nuevas redes, como los cines foro, que antes eran para otro tipo de grupos sociales”, expresó Riofrío.
La filosofía general con la que fue creado el proyecto Cultura Viva es darle una mejor calidad de vida a los ciudadanos y garantizar sus derechos culturales.
Ese es el caso de Érika Zúñiga, miembro del Club de Danza del barrio Roldós, quien participó activamente en la creación del CDC del sector. La niña tiene 10 años y semanalmente participaba en las reuniones en las que se discutía cómo sería la infraestructura. Ahora, Érika y su grupo usan las salas del CDC tres veces por semana para sus prácticas.
La buena acogida de la población a los CDC es palpable en la ciudadela Atahualpa, al sur de la urbe, donde Pamela Barros acude a la bailoterapia los lunes, miércoles y viernes desde hace un año atrás.
La mujer asistió para desestresarse y para aliviar dolencias en su espalda. Le comentó a su vecina Olga Murillo, de la casa contigua, el beneficio en su salud y, desde hace seis meses, ella también acude a esa actividad física.
Para Riofrío, el cambio cultural se verá en la ciudad en unos cuatro años; sin embargo, ya hay pequeños cambios en los barrios, como el empoderamiento de los moradores de las infraestructuras y los cursos.
Durante este mes, en algunos CDC se ofrecen exposiciones de arte. Por ejemplo, en Guamaní se exponen los cuadros de Joaquín Pinto, pintor de la capital; mientras que en Alangasí se expone la muestra fotográfica “Quito antiguo” y en Conocoto, próximamente, se expondrá la muestra “Mujeres libertarias”.
