Correa baila en donde antes se exigía la salida de presidentes
“Esta serenata es un motivo para que el pueblo se pueda abrazar con el pueblo”, le dijo el alcalde de Quito, Augusto Barrera, al mandatario Rafael Correa, a las 18:57 del miércoles, al inicio de la Serenata Quiteña al Presidente, tradición que desde el 6 de diciembre de 1959 se realizaba sin público, pero que este año se efectuó al aire libre, en el atrio de la Catedral, en plena Plaza Grande.
Barrera se refirió así al encuentro entre Correa y los capitalinos por los 478 años de fundación de Quito. “Es la primera ocasión que un Presidente comparte con la gente una Serenata, ya que otros han recibido a los artistas al interior de Carondelet”, señaló Martha Fierro, de 43 años, comerciante del Centro Comercial Popular Montúfar, quien llegó con sus compañeras a conocer directamente al Mandatario.
Personas de la tercera edad, niños, hombres y mujeres, coparon la Plaza Grande, la cual a momentos parecía una pista gigante de baile. El público, contagiado de la alegría de Correa, también bailaba, aplaudía y gritaba: “¡Viva Quito!”.
“Lo que es la vida, antes en la Plaza Grande se concentraban miles de quiteños y ecuatorianos para exigir la salida de presidentes nefatos como Lucio Gutiérrez (derrocado por la “Rebelión de los forajidos” el 20 de abril de 2005) y Abdalá Bucaram (el 7 de febrero de 1997 el Congreso le aplicó el artículo 100, literal d de la Constitución: incapacidad física o mental para gobernar), y hoy el pueblo baila, canta y aplaude con su pueblo”, resaltó Marco Tituaña, un hombre de 69 años que ha sido testigo de la llegada y caída de algunos gobiernos.
Tituaña y otros asistentes exclamaban en voz alta: “¡cuándo para que Lucio presidente baile con el pueblo!”. Mientras Patricio Torres, de 71 años, con la típica sal quiteña exclamó entre risas: “el único buen bailarín que tuvo el país fue Fabián Alarcón, quien gracias a ser así en la política llegó a la presidencia”.
“Gracias, Quito, por recibirme como un hijo más... de hoy en adelante nada nos para con los mega proyectos para Quito, con grandes obras como el nuevo aeropuerto”, resaltó Correa en un corto discurso, ante la algarabía de los presentes.
La fiesta llegaba a su clímax cuando el público veía bailar a Correa con las reinas canciones como “Yo soy el chullita quiteño...”; “Mi Quito es un edén de maravillas...”; “Esta mi tierra linda el Ecuador, tiene de todo...” y otros temas.
Pasacalles, pasodobles, tonadas, valsecitos, albazos, cumbias y pasillos ofrecieron al Presidente artistas como “El Súper Trío” y “Las Tres Marías”. Entonces, a las 19:40, ante la insistencia del público, Correa se animó a cantar “Nuestro Juramento”, de Julio Jaramillo.
“No puedo verte triste porque me mata...”, salía de la voz ronca de Correa, lo que arrancó más de un aplauso, que se unía al coro de los presentes, especialmente con aquello de “y si los muertos aman, después de muertos amarnos más”.
A las 20:25, el Mandatario, sus ministros, el alcalde y los concejales se fueron a “zapatear” al Comité del Pueblo, uno de los barrios del norte de Quito, “ejemplo sectorial de la lucha por el cambio social”, en donde les esperaba una cálida acogida de alrededor de 4.000 personas, con quienes bailó, se fotografió y compartió de 21:05 a 23:30.
La velada estuvo matizada por música nacional, bailes y comparsas.