Velada libertaria potencia el civismo
“Organizar eventos para toda la familia y gratuitos es un homenaje maravilloso a quienes lucharon por nuestra libertad”, destacó Nelly Cantuña (56 años), quien llegó a la Plaza de la Independencia acompañada de sus hijos y aprovechó para fotografiarse junto a las ofrendas florales colocadas junto al monumento dedicado a los próceres del 10 de Agosto de 1809.
Aunque cotidianamente el Centro Histórico es visitado por cientos de personas, ayer la afluencia fue mucho mayor. Familias enteras llegaron atraídas por los espectáculos artísticos organizados en cada plaza y el acceso gratuito a los museos, incluido el Palacio de Carondelet, que realizó recorridos teatralizados para rememorar el pensamiento de los próceres independentistas.
Eso motivó a que más de uno quiera llevarse ese momento impreso en una imagen. Jaime Rodríguez (67 años) lleva casi medio siglo plasmando en una foto el rostro de generaciones enteras. “El dinero va y viene, pero una fotografía se conserva toda la vida. Hay quienes recuerdan que aquí (en la Plaza Grande) se tomaron una foto cuando eran niños y ahora vuelven acompañados de sus hijos y nietos, quieren mantener la tradición”.
Mientras su cámara cuelga del cuello, bajo su brazo está una impresora portátil que expulsa la imagen captada minutos antes y la entrega a cambio de dos dólares. Atrás quedó el viejo laboratorio donde se procesaban los rollos.
Fue cuestión de minutos para que la plaza luciera abarrotada. La mayoría buscaba un lugar privilegiado para disfrutar del concierto previsto para la noche, con la voz de Víctor Heredia, el grupo argentino Canto 4 y la muestra de instrumentos andinos a cargo de Nuevo Amanecer.
Pero la espera se hacía más ligera con un pasaboca. Es que el Palacio Arzobispal fue la sede de la Feria de Dulces Tradicionales donde los visitantes degustaron, incluso, de la colada morada, propia del Día de los Difuntos que se conmemora en noviembre.
Las mistelas, dulces elaborados con una delicada cobertura de azúcar y rellenos de whisky o licor anisado, abrieron la feria. Marco Antonio Jiménez llegó de Colombia hace 12 años con el propósito de promocionar los dulces, conocidos en su país como “borrachitos” por tener la forma de botellas miniatura, que también se venden en Quito, aunque las tradicionales son similares a un caramelo.
El hombre de 67 años dejó el transporte pesado para dedicarse plenamente a la elaboración de mistelas, con las cuales ha llegado hasta Loja y pronto las promocionará en Machala. Aseguró que es una tarea laboriosa con jornadas de más de 12 horas diarias, pero gracias a ello ha logrado sacar adelante su propio negocio y ha generado empleo.
Buñuelos, pristiños, tamales y colada morada también llamaron la atención de los turistas, varios de ellos extranjeros que se sentían atraídos por el aroma dulce. Luis Reyes (42 años) heredó de su madre el gusto por la cocina y hoy busca mantener viva la tradición que, con el apoyo del Municipio, ha logrado promover a través de las ferias.
“El sabor es excelente y tiene olor a hogar. La oferta es variada y los valores accesibles. Pagamos 1,30 dólares por un mixto de pristiños y buñuelo”, comentó Walter Romero, quien llegó a la feria con su esposa.
Fuera de los museos el público hacía fila para ingresar de forma ordenada. Cada uno preparó actos especiales por el 10 de Agosto. Por ejemplo, fuera del Museo Numismático se colocó una acuñadora de monedas similar a la que se utilizaba a inicios del siglo XIX.
En esa época circulaba en Quito una moneda denominaba macuquina -elaborada en oro y plata-, cuyo valor dependía del peso del metal. Una de plata les alcanzaba para comprar productos de primera necesidad. Ayer, los visitantes recibieron una copia como recuerdo.