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9.606 comerciantes usan las vías en Quito

En las calles de alrededor del sector La Marín, en el centro de Quito, se observa la presencia permanente de comerciantes informales.
En las calles de alrededor del sector La Marín, en el centro de Quito, se observa la presencia permanente de comerciantes informales.
Foto: Jhon Guevara / EL TELÉGRAFO
24 de julio de 2019 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

Las avenidas Lizardo Ruiz, NN.UU., Amazonas, Jorge Garcés, Pichincha, José María Alemán (“La J”) y, prácticamente, todas las vías del Centro Histórico son algunos espacios de Quito que a diario   registran la presencia de comerciantes.   

Según el último censo realizado por el Municipio capitalino, 9.606 personas laboran en espacios públicos, como trabajadores autónomos y vendedores informales.

Los primeros son personas que usan las veredas y calzadas de manera regularizada, mientras que los segundos  no tienen los permisos respectivos. 

El sociólogo José Luis Romero considera que el número de comerciantes callejeros que maneja el Cabildo es un subregistro.

A su juicio, las cifras deben ser mayores por la crisis económica del país, el arribo constante de venezolanos y que no todos quienes trabajan en las vías se registran por temor al control de las autoridades.

La venta callejera ocurre todos los días y casi a toda hora. Sin embargo, en algunos puntos de la ciudad se intensifica al caer la tarde.

Ello ocurre, sobre todo, en arterias de gran movimiento comercial de barrios ubicados fuera del hipercentro comercial y financiero.

En la calle Lizardo Ruiz del sector Cotocollao (norte), por ejemplo, el movimiento aumenta a partir de las 16:00. A esa hora, vendedores de alimentos, ropa y objetos para el hogar instalan tenderetes para ofertar sus productos.

Juan Salazar, quien comercializa sacos y chompas cerca de la intersección con la calle 25 de Mayo, dice que la hora en que las personas regresan a sus casas es un buen momento para hacer negocio.

“Las personas aprovechan para comprar algo para la merienda y, de paso, miran zapatos, camisa, blusa para ellas mismas o, tal vez, para un regalo”.

Un panorama nocturno similar se vive en el acceso principal del barrio Comité del Pueblo (nororiente), la calle Jorge Garcés.

Allí, el comercio callejero retorna a sus veredas a diario al atardecer a pesar de que el Municipio inauguró un centro comercial, en noviembre del año 2015, para terminar con el problema.

Aunque el espacio albergó al principio 350 comerciantes, en la actualidad muchos locales están vacíos. Además, parte de los ocupantes del espacio salen en las tardes a las calles, porque -aseguran- lo que ganan en el sitio no es suficiente para vivir.

Esta situación genera tensiones, principalmente con los comerciantes que son dueños o arriendan locales a lo largo de las vías ocupadas.

Janeth Remache, propietaria de un negocio de comida en la calle Lizardo Ruiz, dice que los controles que realizan las autoridades no son suficientes y que las ventas informales la perjudican.

El sociólogo considera que   el tema del comercio en el espacio público tiene dos orígenes: el primero es la mala situación económica que afronta continuamente gran parte de la población.

Y la otra causa es un tema cultural. “La gente sale a las calles porque es una estrategia más fácil (sin permisos ni pago de tasas), pero también porque encuentra gente dispuesta a comprar”. (I) 

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