Ciudadanía cree que falta apropiarse de lo público
Construir nuevas plazas y apropiarse del espacio público es un tema que circula en la ciudad, puesto que la gestión municipal ha girado en torno a la recuperación de áreas para la convivencia ciudadana.
Aquello no solo se evidencia en la construcción de áreas verdes, bulevares o rutas exclusivas para ciclistas, sino también en el ordenamiento y organización de la urbe, dando prioridad a los espacios de recreación frente a proyectos comerciales, inmobiliarios o estacionamientos.
Es que precisamente una de las políticas promovidas desde el Estado es la denominada “Revolución Urbana”, entendida como una práctica de creación y revitalización del espacio público, donde la ciudadanía es responsable de la apropiación de esos sitios.
Uno de los factores que mermó el espacio público fue el crecimiento desordenado de las ciudades, particularmente tras el boom inmobiliario de los años sesenta, con el cual se levantaron las denominadas “selvas de cemento”, es decir, al margen de la planificación y del control de las autoridades locales.
DATOS
La apropiación del espacio público implica reducir las invasiones de tierras y crear barrios legalmente organizados, con todos los recursos básicos.
Establecer políticas que permitan la resdistribución de las rentas asociadas al uso del suelo para lograr mayor equidad.
El plan de la Revolución Urbana también le da competencias a los Gobiernos Autónomos Descentralizados en educación, movilidad, seguridad, etc.
El Municipio de Quito a través de la Secretaría de Territorio construirá 100 nuevos parques en el DistritoEso propició el desarrollo de urbes sectorizadas: en el centro y norte, generalmente, se concentraban las familias con mayores recursos económicos que gozaban de servicios básicos y amplios espacios; mientras que en el sur y las periferias se ubicaban principalmente migrantes de otras provincias, ocupando laderas o lotes baldíos y vivían en condiciones de pobreza. “La segregación urbana excluyó a grandes sectores populares del acceso a la vivienda y a un hábitat seguro, debido a las prácticas inmobiliarias (...) La falta de planificación urbana provocó también el desconocimiento a las diversidades sociales, culturales y territoriales”, señala el plan de Gobierno.
Vicente Gómez es morador de La Tola y construyó ahí su casa hace más de 50 años. Él comentó que, años atrás, la necesidad de tener una casa hacía que la gente construya su vivienda sin importar el lugar. “En 1964, la Tola Baja era solo una ladera. En ese entonces, mi casa no tenía cerramiento y un pequeño bosque era el límite con la vivienda vecina. En esa época tampoco teníamos conexiones de agua, así que como un paseo bajábamos al Machángara, que aún era limpio. Así nos asentamos varias familias y con el tiempo nos dieron los recursos necesarios”.
El control de la urbe y asegurar una convivencia digna entre los ciudadanos son los ejes para la extensión y recuperación del espacio público, un proceso que llevan adelante los Gobiernos Autónomos Descentralizados y, sobre todo, por iniciativas de los habitantes.
“El discurso del gobierno local a la ciudadanía debe aterrizar en acciones concretas que beneficien a ese segmento de la gente que estaba olvidado. Por ejemplo, las calles estaban planificadas y construidas para los vehículos, desde ese punto de vista los peatones y los ciclistas eran sectores excluidos de esas políticas, entonces no eran verdaderas políticas públicas, sino que solo beneficiaban a actores individuales y privados”, indicó el académico Hernán Reyes.
En la actualidad Quito se reconoce como una ciudad diversa y heterogénea. La actual administración trabaja por consolidar una ciudad equitativa, que no solo repose en políticas de inclusión, sino en la incorporación de las diversas manifestaciones culturales y sociales.
Con ese propósito, entre las medidas más representativas que ha aplicado el Cabildo están: la recuperación de espacios verdes y del patrimonio; control del crecimiento urbano; dotación de recursos básicos a los barrios periféricos y a las parroquias; legalización de barrios en el sur, norte y valles de la ciudad; mayor rigurosidad en el control vehicular y ambiental, y en la recolección de basura; y el desarrollo de planes de movilidad como el Metro Q, la construcción de nuevas redes viales y la implementación de sistemas de parqueo.
“Antes existía un irrespeto al espacio público y la ciudadanía pasó a un segundo plano, pero ahora es importante generar un cambio cultural en las personas. Las políticas que implementamos son para el ser humano. Los espacios públicos son ahora familiares, culturales, ambientales, de seguridad, etc.”, señaló el concejal Patricio Ubidia.
Mónica Brusil, estudiante de Veterinaria, sale todas las mañanas a ejercitarse en el parque La Carolina, ubicado en el norte de la ciudad. A su criterio, la ciudadanía aún no comprende la importancia de la apropiación del espacio público: “Las personas no tenemos noción de que el espacio público es un derecho ciudadano, por eso no es extraño ver parques, paredes, plantas, cuadros y esculturas dañadas, sucias... Existe un conflicto desde el ciclista que casi me atropella hasta la persona que no recoge los desechos de sus mascotas, aún no se comprende que el espacio público es también el espacio del respeto y la tolerancia entre todos”.
Reyes señala que falta crear campañas que modifiquen la mentalidad de los ciudadanos en las que se comprenda que todos construyen la urbe. Al respecto, el asambleísta Virgilio Hernández compartió el criterio del catedrático y aseguró que es necesario concienciar a la gente y que el espacio público no es solo un problema de leyes u ordenanzas. “A veces la ciudadanía piensa que el espacio público no es de nadie, por ello es necesaria la participación activa de la gente, que se apropie de esos espacios y no los destruya”.