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Chimbacalle, hogar del tren y de las primeras fábricas de la capital

La llegada del tren en 1908 tuvo un efecto dinamizador en lo urbanístico y económico para la zona. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
La llegada del tren en 1908 tuvo un efecto dinamizador en lo urbanístico y económico para la zona. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
26 de octubre de 2014 - 00:00

El nombre original de Chimbacalle, barrio ubicado en el centro-sur de la ciudad, era Pillcokancha, derivado de las palabras quichuas Kancha (espacio, zona abierta) y Pillco (plumas de colores que se entregaban como ofrenda).

Mientras que el término con que se conoce actualmente al sector proviene del vocablo indígena Chimba (de enfrente) y calle: Calle de enfrente.

En el libro Chimbacalle, memoria histórica y colectiva, de Manuel Espinosa Polo, se señala que desde épocas preincaicas la zona fue asiento de poblaciones humanas.  
En tiempos más recientes, el sector fue adquiriendo notoriedad y su población creció a raíz de la construcción de la estación del tren, que llegó por primera vez a la capital en 1908.

“Durante el siglo XX el antiguo asentamiento de Chimbacalle se convertirá en un próspero y moderno barrio. En torno al Centro Histórico irán apareciendo una serie de edificaciones públicas, civiles, fábricas y ciudadelas, hoteles, pensiones, restaurantes y hoteles. Chimbacalle se convertirá así en uno de los sectores dinámicos de la ciudad, gracias a la estación del tren y a su conversión en zona industrial y fabril de Quito”, menciona Espinosa Apolo en su texto.

En efecto, con la presencia del ferrocarril, se facilitó la llegada de materias primas a la zona, lo que derivó en la creación de fábricas. Además, los obreros que trabajaban en ellas empezaron a vivir en los lugares aledaños, formándose sectores como la actual ciudadela México, que se convirtieron en auténticos barrios obreros.

“Antes el barrio no estaba atravesado por la avenida Napo; todo era un solo terreno. Las casas se concentraban sobre todo en el lado occidental de la estación. Fue a inicios de la época de los años veinte, cuando todo empezó a cambiar”, mencionó Regina Enríquez, una antigua vecina.

Los primeros molinos y fábricas se asentaron alrededor de la estación del tren y en la parte alta del río Machángara. Entre estos estuvieron Tejidos Palacios y Molinos Royal, en 1914. Los silos, que eran los lugares donde se depositaba el trigo molido, aún se divisan desde la avenida Maldonado; las 2 torres han resistido al paso del tiempo.

Unos 15 años después, la fábrica de Tejidos La Internacional se ubicó en la calle Pedro Gual, donde hoy se encuentran las instalaciones del Colegio Quito. En la misma época se erigió la fábrica de tejidos y calzado La Industrial, donde hoy es el Museo Interactivo de Ciencias (MIC) y la factoría de sombreros Yanapi, que todavía existe en la calle Tomebamba.

Pero una industria que dejó un claro recuerdo en los moradores de Chimbacalle fue Hilanderías Pinto. Según Fernando Mora, un antiguo vecino del lugar, dicha empresa desfogaba el agua tinturada en la quebrada aledaña, tiñendo de azul sus aguas. Por ello, los habitantes de la México empezaron a llamar al cauce como Cochas Azules, denominación que se mantiene hasta la actualidad.

“El agua de tornaba de varios colores, sobre todo el azul, y por esa razón ese sitio lleva ese nombre”, comentó Mora.

El lugar de la fábrica hoy es ocupado por un conjunto habitacional y en el punto por donde atravesaba la quebrada existe un parque.

La estructura del barrio cambió a partir de los años 60. Factores como el aumento de habitantes y la reorganización vial fueron las causas.

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